Sábado 10 de Mayo de 2025 | Aguascalientes.
columnas

En Día de las Madres, un arrullo

Rodolfo Ornelas | 09/05/2025 | 13:36

Necesito su ayuda, querido lector. Cuando todavía no llegaba ni a los 4 años, en ciertas noches de tormenta terribles, miedos a la oscuridad y pavores a las sombras que se producían en las ventanas, sólo existía un antídoto para respirar tranquilo: un arrullo que me cantaba mi mamá. Resulta que era tanta la paz que sentía al escucharlo que, al mismo tiempo que era entonado, estaba siendo escrito en mi ser con tinta indeleble. La letra de aquel canturreo comienza así:

Tengo un barquito de papel

en el que voy a navegar,

viendo pasar a las olas

y las gaviotas volar.

Ha sido mi deseo indagar de dónde vienen estos versos, pero no logro encontrar el origen de dicha tonadilla infantil por ningún lado. Aquí pido auxilio: ¿Usted la conoce? Probablemente su sugerencia es la de "Pregúntale a tu mamá". Sin embargo, si ese fuera mi accionar, habría un ligero percance que no deseo provocar. Uno que de bueno tiene todo y de malo nada. ¿Cuándo fue la última vez que vio llorar a su mamá? ¿Qué las hace a ellas llorar?

Preludios que desencadenan llantos son los engaños sin querer, por ejemplo. Pero hay también lágrimas que dan pie a besos orgullosos, que después recibirán la sentencia de frases como3 cucharadas más, o te paras hasta que termines. Hay llantos que llegan consecutivos a las discusiones en la cocina y enojos nocturnos tras llegadas después de la hora acordada. Existen sollozos a solas y acompañados, porque la tarea de la vida ha sido, en veces, más difícil que fácil. Lagrimeos por no saber qué hacer, cómo hacerle y si lo está haciendo bien. Las mamás son las juezas más exigentes consigo mismas.

Mi mamá llora también con "Esos locos bajitos" y siente desesperación debido a cartulinas tardías de domingo por la noche. Señora de zapatitos rojos, mi madre es una camaleona: generadora de ideas en el desierto, arquitecta de ideas para maquetas, doctora de tiempo completo y maquillista profesional del bigote y barba de Francisco I. Madero para el festival de noviembre en la escuela. Y es también adivina y hechicera que encuentra a la primera en el cajón lo que uno juraba no haber visto. ¿Y si lo encuentro qué te hago?

Y cuando, sin fuerzas, esa mujer se siente consumida por un mundo ardiente, creyendo desvanecerse en el aire tibio, saca de su diccionario la palabra ternura y la reinventa. Las mamás son reconstructoras de fe propia y ajena. Disipan espesas nieblas y, como en secreto de confesión, mueven montañas. Les debemos el abecedario de la vida; nos han enseñado a conjugar verbo, y a rimar al sujeto con el predicado.

Son igualmente hija, esposa, abuela y hermana. Madre y padre, uno o los dos. Y son ángeles, serafines y visiones de Dios, quien nos otorga el privilegio de contemplarlas como lo hizo Ezequiel. Seres representantes del amor puro, con la virtud de esparcirlo así en la tierra como en el cielo. O desde el cielo, mejor dicho.

Pensando todo esto sobre mi madre, necesito su ayuda para encontrar de dónde viene ese arrullo que me cantaba. El único inconveniente de poner frente a ella esta canción o preguntarle por su origen, como le decía al principio de mi texto, son las lágrimas que provocaría, que de malas no tienen nada. Porque resulta que las mamás no lloran con las canciones que les dedicamos, sino con las dedicadas a sus hijos. Yo no he conocido mayor generosidad que la de una madre.

Hoy, esas noches de tormenta, oscuridad y sombras de infancia se traducen en adultez joven. Confieso que, por lo tanto, en mi corazón el arrullo se canta cada vez que es necesario. Por otro lado, le ruego que no le diga a mi mamá, querido lector, que estoy buscando la cuna de esta tonada. Mantengámoslo entre nosotros. Ella también es madre que llora escuchando una canción para su hijo. La conozco bien y seguramente querrá ponerse a oírla, y saldrán lágrimas maternas, que de buenas tienen todo. La piececita musical concluía así:

Ruedan y ruedan y ruedan,

ruedan las olas del mar,

para arrullar a mi niño

para que empiece a soñar.

Le dejo una recomendación musical para su Día de las Madres: "Arrullo de estrellas", canción del grupo Zoé.