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José Andrés y el poder de una cocina que salva vidas

Ana Paola Dávila | 30/04/2025 | 09:33

José Andrés, nacido en Asturias en 1969, no es solo uno de los chefs más reconocidos del mundo. Tampoco es solo el hombre que ayudó a poner de moda las tapas en Estados Unidos, ni el visionario con estrellas Michelin que transformó la alta cocina en una experiencia democrática. José Andrés es, sobre todo, el cocinero que corre hacia donde otros huyen. El que cree, con absoluta convicción, que una comida caliente puede ser tan urgente como una ambulancia. Y por eso fundó World Central Kitchen.

Todo empezó en 2010, cuando un terremoto arrasó Haití. Mientras el mundo entero enviaba donaciones o miraba las noticias con impotencia, José Andrés se subió a un avión con un equipo de cocineros. Su idea era sencilla, pero revolucionaria: en vez de repartir alimentos enlatados o raciones impersonales, ¿por qué no cocinar ahí mismo, con ingredientes locales, empleando a las mismas personas que lo habían perdido todo?

Así nació World Central Kitchen (WCK), una organización sin fines de lucro que, desde entonces, ha estado en el corazón de las crisis más devastadoras del mundo. Huracanes, terremotos, incendios, guerras, pandemias… donde hay dolor y hambre, hay una cocina de WCK sirviendo platos calientes.

En 2017, tras el huracán María en Puerto Rico, WCK cocinó y sirvió más de 3.7 millones de comidas en menos de dos meses. José Andrés y su equipo improvisaron cocinas en estacionamientos, escuelas y centros comunitarios. Lo que empezó como un gesto solidario se convirtió en una operación de rescate a gran escala. “No se trataba de caridad”, dijo después. “Era dignidad”.

Desde entonces, la organización ha estado en más de 20 países. En Guatemala tras las erupciones volcánicas. En Bahamas después del paso del huracán Dorian. En Ucrania, donde han servido millones de comidas desde el inicio de la guerra. Incluso en Gaza y en la frontera de Polonia. El principio es siempre el mismo: actuar rápido, trabajar con cocineros locales, utilizar ingredientes del lugar y crear redes de colaboración que dignifiquen a quienes lo han perdido todo.

Durante la pandemia de COVID-19, WCK transformó miles de restaurantes cerrados en cocinas comunitarias. En Nueva York, Los Ángeles, Madrid, Bogotá. En lugar de dejar que la industria restaurantera se hundiera, José Andrés propuso un modelo que protegía empleos y alimentaba a los más vulnerables. Estadios se convirtieron en centros de distribución. Camiones con cocinas móviles recorrían barrios enteros. La respuesta fue monumental.

El chef también ha dado un paso más allá de la ayuda inmediata. A través de su programa Food for the Future, WCK impulsa proyectos sostenibles para fortalecer la seguridad alimentaria en comunidades vulnerables. Huertos escolares, formación para emprendedores culinarios, innovación agrícola. Porque alimentar también es sembrar.

Lo que diferencia a World Central Kitchen no es solo su velocidad o escala. Es su humanidad. Mientras otras organizaciones tardan semanas en llegar, WCK a menudo ya está cocinando el primer día. No entregan cajas de cartón. Entregan platos recién servidos. 

En palabras de José Andrés: “No se trata solo de alimentar el estómago. Se trata de alimentar el alma”. Ese gesto tan básico y poderoso se ha convertido en una forma de resistencia.

Hoy, World Central Kitchen es un símbolo global de empatía en acción. Y su fundador, el chef asturiano que soñó con cambiar el mundo desde una cocina, ha demostrado que sí se puede. Que, en momentos de oscuridad, una comida bien servida puede dar esperanza y que cocinar es una forma de cuidar.