Antes de salir a escena, Judas Priest exhibió en su escenario una manta, cuyas primeras líneas dicen: "Unidos prevaleceremos, divididos caeremos". No había mejor forma de anunciar que su acto en la Arena Ciudad de México la noche de este domingo era una comunión.
En cuanto sonó el primer guitarrazo, los 18 mil fans que agotaron el boletaje, de acuerdo a los organizadores, comenzaron a sacudir sus melenas, a alzar sus puños al aire y a saltar, eufóricos por ver a unas leyendas del metal en su máximo esplendor.
Desde que pisó el entarimado, Rob Halford hizo valer su apodo del "Dios del Metal". A sus 73 años su voz no ha perdido la potencia en notas agudas ni él presencia, por lo que supo cómo elevar los ánimos.
La primera aparición del cantante de barba blanca fue con lentes oscuros, para interpretar "Panic Attack", "Another Thing Coming" y "Rapid Fire".
Ese arranque deslumbró a su séquito de fans, vestidos todos de negro, como uniformados para verse iguales que los músicos engalanados en cuero. El vocalista lucía en la espalda la etiqueta "heavy metal".
Después de las primeras dos rolas, Halford alargó el micrófono para la gente y así oír sus ovaciones, mientras él se golpeaba el corazón para mostrar su agradecimiento por la entrega.
"¿Están listos? ¿Están listos?", animó al inicio de la velada.
El concierto estaba anunciado para arrancar a las 21:00 horas, pero en ese horario quien salió fue el grupo Opeth. Su show de una hora llevó a que Judas Priest comenzaran hasta las 22:38.
Pese a que faltaba casi una hora para que terminara el domingo, los metaleros se mostraron eufóricos. ¿Qué mejor manera de cerrar el fin de semana y arrancar otra que disfrutando de clásicos como "Breaking The Law".
La banda, formada en 1969, llegó a México para presentar su décimo noveno disco, Invincible Shield, pero el repertorio no le dio peso a los temas nuevos y prefirieron consentir con clásicos, como "Turbo Lover".
Además de "Panic Attack", otros temas nuevos que sonaron fueron "Crown of Horns" y el que da nombre al álbum, los cuales también fueron bien recibidos por los presentes, decididos a entregarse a su religión.
La noche había empezado fuerte por Opeth, qué encandiló a los asistentes durante una hora con sus canciones, que incluían tanto guitarrazos como voces guturales, ingredientes adorados por los fans del metal.
"Estamos muy contentos y nos llevamos este recuerdo", dijo en español el bajista del grupo, al presentar su última canción.