San Luis Potosí, SLP.- Sobre la calle Hidalgo, que forma parte del pasaje peatonal más grande de América Latina, una puerta enmarcada con vitrinas da la bienvenida al inconfundible lugar que se especializa en convertir sueños en realidad.
Adentro, la risa y el saludo de doña Margarita, su propietaria, es todo lo que se necesita para mejorar el estado de ánimo. Los espejos en los que se reflejan las curiosas e impacientes miradas de los clientes lucen colgados junto a los posters con los más destacados estilos de cortes de pelo y peinados. Carritos, tijeras y peines se suman al equipo táctico que transforma la apariencia de hasta los más exigentes.
Desde 1945, lo que comenzó con un pequeño local con vista a la zona peatonal del Centro Histórico de la capital potosina, ha visto pasar no sólo las modas de los últimos 75 años, sino que ha sido un testigo quieto de los sucesos de la ciudad.
El Salón Orquídea, del Mercado Hidalgo, comenzó como inician los buenos emprendimientos, con ganas y con una protagonista más que adelantada para sus tiempos. Hace 80 años, en un San Luis Potosí altamente conservador, Carmen Ramírez sobresalía por ser una mujer con impulso, soltera y foránea.
Inquieta, inteligente y tenaz, en 1940 había estudiado en la Ciudad de México para Cultora de Belleza, y, también, Corte y Confección. Fue comerciante en las inmediaciones del terreno que hoy alberga al famoso e icónico mercado de dos pisos en el centro de la capital potosina; por eso, pudo ser acreedora a su local.
Ahí, en pocos metros cuadrados, les hizo espacio a sueños enormes: inició una pequeña fábrica de vestidos, encajes y otras cosas para las indumentarias más finas. Al ser visionaria, fue incorporando los servicios de belleza hasta que estos ganaron terreno y, a eso de 1950, el local se convirtió en uno de los primeros salones en la capital.
Cortes, tintes, peinados, maquillajes… pero sobre todo bases, han sido la especialidad de este lugar que desde hace 32 años está bajo el mando de doña Margarita Vázquez, hija de Carmen.
“La belleza es un negocio que necesita innovarse constantemente, hay cosas muy clásicas que no van a pasar de moda, pero siempre debemos capacitarnos y estar al tanto de las últimas tendencias de procedimientos, de productos y de servicios”, dice Margarita, y no miente: en uno de los ahora siete locales que abarca el salón se pueden ver incontables diplomas que acreditan cursos, actualizaciones y capacitaciones en todo tipo de técnicas. También la llegada de nuevos equipos que permiten la comodidad de los clientes y un mejor trabajo de las y los estilistas. Este espacio, incluso, ahora incorpora faciales, masajes y depilaciones.
“Lo más bonito es trabajar aquí y aún atender a personas que ahora son muy mayores y nos comentan que venían desde niños con sus madres o abuelitas, y siguen viniendo y ahora traen a sus hijos o nietos. Es algo que hemos hecho con mucha honestidad y respeto”, comenta Margarita.
Sin embargo, el secreto mejor guardado de un establecimiento que ha funcionado durante 75 años, su dueña asegura, es el amor: “Con amor se hace todo, tu jornada de trabajo, tus capacitaciones, la atención. A quienes quieran emprender, yo les aconsejo que le pongan amor, mucho, mucho amor, a lo que hacen”.
Curiosamente, la era de mayor crecimiento del Salón Orquídea fue bajo la batuta de Margarita, quien trabajó de la mano de todo su querer, su esposo Juan Manuel. Un hombre que se caracterizó por su calidez y excelente trato, y que la acompañó en los más grandes retos que hubo en el establecimiento.
El Salón Orquídea ahora está en transición de pasar a su tercera generación: Daniel, hijo de Margarita y Juan Manuel, quien mantiene el compromiso de que el lugar se siga caracterizando por la calidad en los terminados de los trabajos. Pero eso no es todo, junto a su esposa July, están en la transformación del establecimiento.
Por si fuera poco, sus pequeños hijos ya se involucran también, por lo que el pase a la cuarta generación de este negocio se ve prometedor.
Todos los días, cómo desde hace 75 años, el salón abre puntualmente sus puertas para realizar decenas de servicios, y al menos, una base, pues para muchas personas esto nunca pasará de moda, así como el amor con el que se riegan los sueños importantes tampoco pierde vigencia.