Cinéfilos o no, todos tenemos memoria fílmica, y más que películas completas, hay ciertos fotogramas que se quedan con nosotros permanentemente. Llega el documental de una cantante que musicalizó una de las escenas más icónicas del cine: Goodbye Horses: Las Muchas Vidas de Q Lazzarus.
La directora Eva Aridjis Fuentes, relata su adolescencia y cómo una de sus melodías favoritas era "Goodbye Horses", inmortalizada en El Silencio de los Inocentes.
Décadas después, se preguntaba qué habría sido de la misteriosa cantante que entonaba esas coplas. Muy pronto, habrá de descubrirlo.
Este filme difiere de la típica biopic musical, empezando por una coincidencia fabulosa que lleva a la directora a redescubrir a la intérprete de esa enigmática canción, cantante desaparecida durante 30 años.
Lo interesante es que las coincidencias parecen ser una constante en la vida de la protagonista. Aridjis Fuentes va dando forma al rompecabezas del intenso pasado de Q, marcado por lo inesperado y algunos dirían, la suerte.
Suerte, conocer al director Jonathan Demme, quien abordó el taxi que Q manejaba, mientras en el estéreo sonaba un cassette con la legendaria canción.
Pero la fortuna tiene dos caras, y la de esta artista, daría un vuelco hacia el camino más empedrado del entretenimiento.
Aridjis Fuentes engarza testimonios de la propia Q y de sus más cercanos: sus músicos, su pareja, su hijo. Utiliza un hilo narrativo muy fino, que va tejiendo un acercamiento, una intimidad.
Y cuando menos nos damos cuenta, viene el asalto emocional: sentimos un estruje mayúsculo. Nos damos cuenta que la directora ha logrado que sintamos verdadera empatía y cariño por la protagonista.
Nostálgicos, tarareamos la canción, recordando el fotograma perturbador y enigmático de Buffalo Bill, bailando al son de "Goodbye Horses". La historia de Q ahora completa el cuadro y queda impreso por siempre en nuestra mente.
