Sin embargo, el descenso de las coberturas vacunales supone un aumento del riesgo de enfermedad y complicaciones, especialmente para los niños.
No hay ningún tratamiento específico para el sarampión, pero existe una vacuna, que se conoce como 'triple vírica' (protege a la vez del sarampión, la rubéola y las paperas), y que se administra en el calendario de vacunación infantil a los 12 meses ya los 3-4 años.
El sarampión podría eliminarse a través de la vacunación masiva. Un ejemplo de este hecho lo tenemos en la Región de las Américas, (región sanitaria de la OMS que comprende países como México, Estados Unidos, países de Centroamérica y del Caribe). Gracias a la alta cobertura vacunal esta región logró la declaración de eliminación de la enfermedad en 2016. Desgraciadamente, y coincidiendo con un descenso de las coberturas vacunales, desde el año 2018 se han vuelto a detectar brotes y en los últimos años se ha producido un aumento sostenido de los casos, tanto en ésta como en otras regiones del planeta.
El sarampión se puede transmitir a través de secreciones respiratorias y minúsculas gotas de saliva al hablar, toser o estornudar. Produce tos seca, fiebre, sensación de cansancio, congestión nasal y enrojecimiento y escozor de los ojos. En la boca pueden aparecer unos pequeños puntitos blanco-rojos muy típicos (manchas de Koplik). En los siguientes días aparece una erupción (manchas en la piel de color rojo) que comienza en la cara, va bajando por el cuerpo, y desaparece en unas 2 semanas.
La tendencia que se está viendo en los últimos años debe llevarnos a la reflexión. La vacunación contra el sarampión es una estrategia altamente segura y muy efectiva para prevenir la propagación de esta enfermedad tan contagiosa y que en algunos casos puede provocar complicaciones graves. Con el gesto de vacunarse se puede proteger a uno mismo y también al entorno.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Dr. Pau Benito y Dr. Alberto Garcia-Basteiro, Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología, Clínic Barcelona.