HAY DE CUETES A COHETES

HAY DE CUETES A COHETES

Cuando se le ladeaba el barco de la política y las cosas le venían de revés, el cacique huasteco Gonzalo N. Santos solía explicar su nueva circunstancia diciendo que “hay tiempo de aventar cohetes y tiempo de recoger las varas”.

Es justificable la ignorancia del presidente Calderón respecto a dichos y refranes de la huasteca potosina, pero lo que uno no se explica es que confunda un cohete con un cuete, pues la semana pasada declaró ante reporteros de medios nacionales, en respuesta a críticas de contenido político del senador sonorense Manlio Fabio Beltrones, que “hay tiempos de quemar cuetes y tiempo de recoger las varas”.

Los cuetes, como usted bien sabe, son las tiras de carne de muslo que se asan para preparar un sabroso “cuete mechado”, pero se aplica también a una persona que “anda bien cuete”, que trae “un cuete bien sabroso” o un “cuete muy alegre”.

Sirve también para referirse a la pistola, como cuando le advierten a uno que “no te pelees con fulano porque siempre trae el cuete fajado a la cintura”, y si hablas de Hipólito, el pretendiente de Rosita Alvírez, dirás que “sacó el cuete y a la pobre de Rosita nomás tres tiros le dio”.

Nosotros fuimos testigos de que las mujeres del siglo pasado se ponían cuetes durante toda la noche para amansar el cabello rebelde o para facilitar un peinado rebuscado al día siguiente. Eran uno pedacitos de papel doblado con el que amarraban mechones de pelo con tiritas de trapo, como los que usaba “La Chimoltrufia”, la del Chavo del Ocho.

Pero los cohetes a los que se refería el señor de la huaripa son aquellos artefactos que se elevan al cielo y estallan dos segundos después. Esos que los mexicanos truenan todos los días con cualquier pretexto, especialmente en las fiestas patronales.

Lo dicho: Hay de cuetes a cohetes.