Es la historia de todo lo que se mueve en nuestro rededor. Lo que un día inicia, otro termina pero, habría que saber de qué vida hablamos. ¿De la vida de quien o, que, es que se trata?
La vida la tienen las especies que componen la Creación del Universo: unas son propias, por decirlo de alguna manera pero, otras, viven dependientes o, en simbiosis, procurándose beneficio mutuos para la subsistencia. Todo se mueve en el Universo, todo vibra, aún cuando no es perceptible para lo sensorial, cuando menos humana.
La vida es importante. Los equilibrios lo son, para una armonización de la convivencia pero, esos equilibrios están casi aniquilados, sino es que ausentes por decir lo menos. El daño que nos hemos provocado, por nuestra indolencia egolatría, y mezquina soberbia, no lo alcanzamos a ver.
El debate de las fuerzas ideológicas y materializadas estas semanas se ha centrado en Teuchitlán, en lo que se ha llamado el centro de adiestramiento y exterminio. Sin parangón y, si de vida se trata, la protección de para quienes forman la parte central de la fiesta brava: el toro, pero a veces el torero, ha generado una serie de enfrentamientos.
La última semana, aún cuando no se trató de perder la vida de alguna persona, si trato y se trata del ultraje a una mujer, en el abuso de poder o, superioridad física. ¿Colofón? Después de una sesión del congreso, se impuso la impunidad de quienes forman camarillas de “nuestro representantes”
La vida de quien sea es de capital importancia o, debería serlo y, no lo es en realidad. Personas que mueren todos los días asesinadas desde hace ya más de una década y que a fuerza de recibir todos los días las funestas noticias, nos fueron quitando la capacidad de asombro e indignación. Que pena.
La nueva forma de las corridas de toros es sin violencia pero ¿y la que vivimos todos los días, también se puede erradicar con una ley? Porque si es así, ya se tardaron para elaborar una.
La persecución de indignación y asombro hoy es suplida por el maltrato a los animales. Absolutamente muy respetable estas vidas de los animales, cualquiera que sea pero, ¿Qué podemos ofrecer a los animalitos, si lo sanguinario y salvaje no se nos ha quitado?
No matar a la bestia que se torea ni dentro de la plaza, ni fuera. ¿Pero entonces, no morirá en ningún otro lado? ¿Será indultad? O, ¿irá a morir algún rastro?
Cuatas situaciones nos pasan en esta vida llamada así, sin realmente saber el trasfondo de lo que somos rehenes. Las distracciones evidentes o, no, nos tienen ocupados para seguir sumergidos en el miedo de perder la vida, propia o, de los demás.
El ser humano es el lobo del propio ser humano, seguimos distrayéndonos como especie auto depredadora.