Martes 25 de Marzo de 2025 | Aguascalientes.

Amar con tres lados

Miguel Ángel Sosa | 23/03/2025 | 19:25

Twitter: @Mik3_Sosa

¿De qué está hecho el amor? ¿Por qué algunas relaciones florecen mientras otras se marchitan sin que sepamos por qué? En 1986, el psicólogo estadounidense Robert Sternberg propuso un modelo que aún hoy sigue dando respuestas: el Triángulo del Amor. Según este enfoque, el amor tiene tres componentes fundamentales —intimidad, pasión y compromiso— que interactúan y se combinan de maneras distintas para formar los diversos tipos de amor que experimentamos a lo largo de la vida. Este modelo no solo ha sido estudiado en la psicología de pareja, sino que ha permitido comprender cómo se construyen y mantienen los vínculos significativos en nuestra vida cotidiana.

La intimidad representa la conexión emocional, la cercanía y el afecto; la pasión tiene que ver con el deseo, la atracción física y la energía intensa de estar con alguien; mientras que el compromiso implica la decisión de sostener el vínculo a largo plazo, incluso cuando las emociones fluctúan. ¿Puede una relación sobrevivir solo con pasión? ¿O con solo compromiso? Sternberg propone que el amor ideal, el que solemos anhelar, es el que logra integrar de manera equilibrada estos tres elementos, pero también señala que rara vez están presentes todos al mismo nivel.

En la vida diaria, este triángulo se manifiesta más allá del plano romántico. ¿No sentimos compromiso hacia nuestros hijos, pasión por una causa o intimidad con un amigo del alma? Entender estos componentes ayuda a mejorar nuestras relaciones interpersonales en general. Por ejemplo, al notar que la intimidad con una pareja ha disminuido, podemos hacer esfuerzos conscientes para fortalecerla a través de la comunicación o las experiencias compartidas. Como señaló Sternberg, “el amor no es algo que simplemente se siente; es algo que se construye día a día”.

Expertos en desarrollo humano han utilizado este modelo para trabajar en procesos terapéuticos, talleres de pareja y programas de educación socioemocional. Es una herramienta útil para identificar desequilibrios y fortalecer vínculos desde el autoconocimiento. La terapeuta Esther Perel sostiene que “las parejas hoy no se separan porque se aman menos, sino porque esperan más del amor”. Esa expectativa desbordada hace aún más urgente contar con marcos que nos ayuden a entender cómo amamos y cómo queremos ser amados.

Este modelo también desafía ciertos mitos sociales. La idea de que el amor debe ser eterno, pasional y perfecto ha generado frustración e insatisfacción en muchas personas. El Triángulo de Sternberg nos recuerda que el amor no siempre es simétrico, y que puede ir cambiando de forma. ¿No es acaso normal que la pasión disminuya con los años y el compromiso se vuelva más fuerte? Aceptar que los vínculos evolucionan y que requieren atención constante es parte de una madurez emocional que pocas veces se enseña.

En contextos de violencia o relaciones disfuncionales, este modelo también permite ver cuándo lo que se vive no es amor, sino dependencia, costumbre o miedo. Un compromiso sin intimidad ni pasión puede convertirse en una prisión emocional. Por eso, es importante preguntarnos con honestidad: ¿qué tipo de amor estoy viviendo? ¿Qué le falta a mi triángulo? El autoconocimiento y la responsabilidad emocional se vuelven claves para construir vínculos más sanos.

Al final, amar con los tres lados —sentirnos cerca, vibrar y decidir quedarnos— no es tarea sencilla, pero sí posible. Y no se trata de buscar la perfección, sino de estar dispuestos a aprender y reconstruir. Porque, como diría Sternberg, “el amor que perdura no es el que nace completo, sino el que se renueva con intención”.