Como lo hemos comentado en este espacio de reflexión, el modelo democrático está agotado, ya no es lo que debería ser y, por ende, la representación que debería ser, ya no es. Espacialmente para quienes se han comprometido en esa representación, para diputados y senadores que, deberían constituir un verdadero equilibrio de poderes.
Así, igualmente, el modelo económico, el que se quiera, todos, liberales, neoliberales, populistas, de centro, de izquierda o, derecha y sus intermedios o, extremos, todos están agotados.
El dinero y el poder está en el centro de la actividad de los seres humanos y, debería estar la importancia que resaltaría a la persona. No lo está: el ser humano se ha convertido, cada vez más, en su depredador mismo, atentando contra su vida si, pero también, contra la dignidad humana.
La sociedad se ha dividido mundialmente entre los pensamientos diversos de la economía. Para quienes trabajamos todos los días, nos damos cuenta que, generar crecimiento es muy importante si, pero, lo es más el reinventarnos en los sistemas económicos y democráticos.
Aún cuando las democracias modernas tienen “equilibrio de poderes” el modelo presidencialista sigue siendo el predominante y la voluntad de quien manda, por lo general es la que se cumple. Es al Pueblo a quien luego le endosan la culpa: “el Pueblo ha decidido” una frase por demás favorecida por quienes enmascaran sus voluntades.
La dependencia de una sola persona al frente de los países y su voluntad per se, obliga a que volvamos a pensar que hacer en la era de la inteligencia artificial, para modifica, cambiar, arreglar, la nueva forma de relación entre los humanos que habitamos la Tierra.
El mundo está convulso, inmerso en hegemonías y su lucha por ellas. Ser los mejores a costa de lo que sea es inmoral y una falta de ética en el ejercicio e la política pero, aún así, no les importa nada a muchos, solo en tener poder y dinero.
¿A donde nos llevan nuestros “representantes”? Certeramente digo que no es a donde queremos la inmensa mayoría de las personas. Las experiencias vividas históricamente nos avalan en lo que decimos. Las promesas no se cumplen, simple mente se hacen. No tenemos paz, trabajos dignos, habitación digan, educación de calidad, atención a nuestra salud menos.
Es el momento del cambio y desde luego, este cambio, viene aparejado con su respectiva resistencia, pues todo cambio lo enfrenta y más, por aquellos que se han beneficiado de estos modelos económicos y “democráticos”
Tu, ¿que harás?