Lunes 3 de Marzo de 2025 | Aguascalientes.

El universo de las emociones

Miguel Ángel Sosa | 02/03/2025 | 22:42

¿Qué sentimos cuando sentimos? La mayoría de las personas creen que las emociones humanas se reducen a unas pocas categorías básicas: alegría, tristeza, enojo, miedo, sorpresa y asco. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Paul Ekman, uno de los psicólogos más influyentes en el estudio de las emociones, identificó seis emociones universales, pero investigaciones más recientes han ampliado este espectro a más de 27 estados emocionales distintos. Entonces, ¿por qué seguimos creyendo que nuestras emociones caben en tan pocas palabras?
 
Lisa Feldman Barrett, neurocientífica y autora de How Emotions Are Made, explica que “las emociones no son reacciones automáticas ni respuestas biológicas fijas, sino construcciones que dependen del contexto, el aprendizaje y la cultura”. Es decir, sentimos más de lo que somos capaces de nombrar, pero nuestra educación emocional nos limita a unas pocas etiquetas. Esto no solo empobrece nuestra comprensión interna, sino que también restringe la forma en que nos comunicamos con los demás. ¿Cuántas veces hemos dicho “estoy enojado” cuando en realidad sentimos frustración, impotencia o decepción?
 
La falta de vocabulario emocional puede generar confusión e incluso sufrimiento. No es lo mismo sentir melancolía que nostalgia, ni miedo que ansiedad. El psicólogo Robert Plutchik propuso un modelo en forma de rueda donde las emociones se combinan y transforman entre sí, permitiéndonos comprender que no solo existen estados emocionales puros, sino también matices y fusiones que enriquecen nuestra experiencia. Comprender esta diversidad nos ayuda a identificar con mayor precisión lo que sentimos y, por lo tanto, a gestionarlo mejor.
 
En muchas culturas, se han desarrollado palabras para emociones que en español ni siquiera tienen traducción. En Japón, por ejemplo, existe el término natsukashii, que describe una sensación dulce de nostalgia por algo del pasado. En portugués, saudade expresa una mezcla de anhelo, tristeza y amor por alguien o algo ausente. ¿Cuántos matices emocionales estamos dejando de lado simplemente porque no sabemos cómo nombrarlos?
 
Ser capaces de identificar nuestras emociones con mayor precisión impacta profundamente en nuestra vida cotidiana. Estudios demuestran que las personas con un lenguaje emocional más amplio tienen una mayor capacidad de regulación emocional, mejor manejo del estrés y relaciones interpersonales más sanas. No se trata solo de entender qué sentimos, sino de poder comunicarlo y transformarlo. Como dice Brené Brown, experta en vulnerabilidad y emociones: “Nombrar una emoción nos da poder sobre ella, nos permite procesarla y no ser esclavos de lo que no comprendemos”.
 
La educación emocional sigue siendo una asignatura pendiente en la mayoría de los sistemas educativos. A los niños se les enseña matemáticas y gramática, pero rara vez se les ayuda a ponerle nombre a lo que sienten. La buena noticia es que nunca es tarde para ampliar nuestro vocabulario emocional. Leer, reflexionar y explorar nuevas palabras y conceptos nos abre la puerta a un mundo más rico de experiencias internas. ¿Y si empezamos hoy?
Las emociones no son solo estados pasajeros; son el lenguaje con el que experimentamos la vida. Cuanto más afinemos nuestra capacidad de reconocerlas y nombrarlas, más comprenderemos nuestro propio universo interno. Porque al final, entender nuestras emociones no solo nos permite expresarnos mejor, sino que nos da una brújula más precisa para navegar el mundo.