La mañana del jueves, en la Unidad Habitacional Infonavit de Tamuín, fue distinto este jueves. En lugar de los ladridos juguetones y las carreras inquietas de los perros que suelen acompañar la vida cotidiana del vecindario, lo que se encontró fue un escenario de profunda tristeza: varios perritos sin vida, víctimas de un acto cruel e inhumano.
Vecinos de la zona dieron la voz de alarma cuando comenzaron a notar que algunos perros mostraban signos de envenenamiento: convulsiones, dificultad para respirar y un sufrimiento evidente. Minutos después, los cuerpos sin vida de varios canes quedaron tendidos en las calles, algunos aún con rastros de espuma en el hocico, evidencia de que habían ingerido algo letal.
Las primeras versiones indican que los responsables utilizaron carne envenenada para atraer y acabar con estos animales. Aún se desconoce cuántos perritos fueron afectados en total, pero testigos aseguran que fueron al menos una decena.
“Es algo terrible, eran perritos que no le hacían daño a nadie, algunos tenían dueños y otros eran callejeros, pero siempre estaban por aquí, nos alegraban los días”, expresó entre lágrimas una vecina de la colonia, quien solía alimentar a los canes sin hogar.
El dolor y la indignación no tardaron en extenderse por la comunidad. Decenas de habitantes salieron a las calles a exigir justicia, pidiendo que las autoridades investiguen el caso y den con los responsables de este acto de crueldad.
“No podemos permitir que esto quede impune, quien hace esto con un animal es capaz de hacer daño a cualquier ser vivo”, reclamó otro de los vecinos afectados.
Hasta el momento, no se ha identificado a los responsables, pero los vecinos han comenzado a organizarse para exigir medidas que protejan a los animales de la zona.
Asimismo, hicieron un llamado a las autoridades municipales y a asociaciones protectoras de animales para que intervengan y se evite que estos actos vuelvan a repetirse.
El maltrato animal no es un problema menor. En muchas ocasiones, es el reflejo de una sociedad que aún no ha aprendido a respetar la vida en todas sus formas. Hoy, en Tamuín, el silencio que dejaron los perritos envenenados es un grito de indignación que exige justicia.
