Un hacker hizo trizas la fantasía de un empleado de Disney.
Se trata de Matthew Van Andel, de 42 años y padre de dos niños, quien descargó una herramienta de Inteligencia Artificial (IA) que lo llevó al hacker que arruinó su vida, cuenta un artículo de The Wall Street Journal.
El año pasado, Van Andel, recibió en el chat Discord un mensaje que decía: "He obtenido acceso a cierta información confidencial relacionada con su vida personal y profesional".
El Journal refiere que el robo digital al empleado de Disney inició en febrero del 2024, cuando descargó software gratuito del sitio de código compartido GitHub mientras probaba una nueva tecnología de IA en la computadora de su casa.
Funcionó, pero el asistente de IA era en realidad un malware que le dio al hacker detrás acceso a su computadora y a toda su vida digital.
El hacker obtuvo acceso a 1Password, un administrador de contraseñas que Van Andel usaba para almacenar contraseñas y otra información confidencial, así como "cookies de sesión", archivos digitales almacenados en su computadora que le permitieron acceder a recursos en línea, incluido el canal Slack de Disney.
Fue así, relata el Journal, como el hacker robó sus números de tarjetas de crédito, acumuló facturas y filtró los datos de inicio de sesión de su cuenta, incluidos los de cuentas financieras, y publicó en línea información personal de Van Andel.
Por si fuera poco, unas semanas más tarde, recrea el diario, Van Andel fue despedido luego de que su computadora de trabajo fue revisada por personal de Disney que halló que había accedido a material pornográfico desde ella.
Van Andel lo negó, pero la empresa afirmó haber hallado todas las evidencias, aunque provenían del hacker.
El Journal resalta que la experiencia de Van Andel es una advertencia para las empresas y los individuos sobre lo vulnerables que son a los piratas informáticos.
Refiere que durante la pandemia las empresas dieron a sus trabajadores acceso a sus sistemas desde casa, pero los hackers pronto se dieron cuenta de que las computadoras de casa se habían convertido en las puertas traseras de los corporativos.