Si el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) fuera un personaje de telenovela, sería ese villano con sonrisa de encantador de serpientes que siempre está en el lugar correcto para traicionar en el momento preciso. Con su lealtad camaleónica, fue clave para que Morena alcanzara la mayoría calificada en el Congreso y ahora viene a cobrar la factura, con intereses y sin descuentos.
El PVEM vetó la iniciativa contra el nepotismo que tanto presumió la primera mandataria de la nación Claudia Sheinbaum y logró que la prohibición al "se heredan los cargos públicos como si fueran terrenos del abuelo" entre en vigor hasta 2030 y no en 2027. Así, los aspirantes de la dinastía 4T, como Ruth González en San Luis Potosí, Félix Salgado Macedonio en Guerrero y Saúl Monreal en Zacatecas, podrán seguir con su anhelada tradición de mantener los puestos en familia.
Porque si algo nos ha enseñado la Cuarta Transformación es que el gobierno también es un negocio familiar. Los Batres, los Alcalde, los Taddei, el mismísimo Andy López Beltrán y hasta Romero Oropeza (que no dejó ni un primo fuera de la nómina de Pemex) han encontrado en el erario una generosa herencia. En Veracruz, el senador Manuel Huerta admite que hay hasta cien municipios donde los ayuntamientos parecen comidas familiares domingueras: todos son parientes y todos cobran.
Por lo pronto, el PVEM ya tiene asegurado su lugar en la mesa del poder. Al final, la ecología nunca fue su interés, pero eso sí, el reciclaje de puestos públicos lo dominan a la perfección.
AHORA VA EL IMSS CONTRA TUS AMPAROS
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha adoptado una estrategia revolucionaria en materia de salud: en lugar de curar, impugna. Con un déficit de entre 28 mil y 70 mil recetas al día, el IMSS se ha convertido en un botín de la ineficiencia. Pero si un paciente osaba recurrir a la justicia para recibir su tratamiento, la respuesta del instituto ha sido clara: no hay medicina, pero sí hay abogados.
Un caso emblemático es el de Alma, una joven de Puebla que tuvo que interponer un amparo para recibir sus quimioterapias. El IMSS, en un acto de burocracia insensible, impugnó la orden judicial con el argumento de que simplemente no tenía los medicamentos. Que se aguante. Que espere. Que se resigne.
Pero no es el único caso. Al menos 78 amparos de pacientes con cáncer han sido impugnados por el instituto en tribunales de todo el país. La lógica del Seguro Social es sencilla: es más barato contratar abogados que comprar medicamentos. Mientras tanto, miles de mexicanos siguen en la eterna sala de espera, pero no en el hospital, sino en la ruleta rusa de un sistema de salud en crisis.