Los encuentros entre los máximos responsables de la diplomacia estadounidense y rusa en los últimos ocho años han estado presididos por profundas discrepancias sobre múltiples asuntos, entre ellos los conflictos de Ucrania y Siria o la situación en Venezuela, Irán o Corea del Norte.
Pese a que durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2020) el tono fue más cordial y el presidente estadounidense mantuvo una relación cercana con el líder ruso, Vladimir Putin, los acuerdos entre las dos potencias fueron escasos y, tras la invasión de Ucrania, ya con Joe Biden en el poder, la distancia se convirtió en insalvable.
Mientras que Serguéi Lavrov ha sido el representante ruso en todo este periodo (es ministro de Exteriores desde 2004), por la secretaría de Estado de Estados Unidos han pasado Rex Tillerson y Mike Pompeo durante el primer mandato de Trump y Antony Blinken durante el de Joe Biden (2021-2024).
Primer mandato de Trump
Durante el primer mandato de Trump, el primer encuentro entre los responsables de Exteriores de ambos gobiernos se produjo en febrero de 2017, pocos días después de que Rex Tillerson se convirtiera en secretario de Estado y en el marco de una reunión del G20 en Bonn (Alemania).
En abril Tillerson visitó Moscú, en una reunión precedida por un comunicado del Ministerio de Exteriores ruso en el que señalaba que las relaciones entre los dos países vivían su momento más complicado desde el final de la Guerra Fría y culpaba de ello a la presidencia de Barack Obama.
Tillerson llegó al encuentro de Moscú con un ultimátum para Vladímir Putin, al que instó a elegir entre el régimen sirio de Bachar al Asad o una alianza con Occidente. Tras la reunión, los dos países apoyaron investigar el ataque químico en Idleb (Siria), aunque discreparon sobre el futuro de Al Asad. Pese a las discrepancias, ambas partes abrieron la puerta a normalizar relaciones.
Al mes siguiente, Lavrov devolvió la visita a Washington y, además de Tillerson, también se entrevistó con el presidente estadounidense. “Con Trump el diálogo bilateral está libre de ideología", declaró el ministro ruso tras el encuentro, mientras el Kremlin valoraba “positivamente” la reunión, aunque consideraba prematuro hablar de "deshielo".
La reunión entre Trump y Lavrov causó polémica en Estados Unidos después de que el diario The Washington Post informara de que el presidente había revelado información secreta sobre el Estado Islámico (EI), lo que fue desmentido por la Casa Blanca.
Durante el verano de 2017 aumentaron las tensiones entre los dos países con sanciones diplomáticas recíprocas, después de que el Congreso estadounidense castigara la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. El Kremlin y Trump coincidieron en responsabilizar a la anterior administración demócrata.
Pero las diferencias continuaron en los meses siguientes, tanto por el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel, criticado por el Kremlin, como por el conflicto sirio. Y, sobre todo, por la crisis de Ucrania.
En abril de 2018, Mike Pompeo sustituyó a Tillesen al frente de la diplomacia de EE.UU. y, en su primera conversación telefónica con Lavrov, en mayo, pidió que Rusia frenara su injerencia en asuntos de EE.UU.
Unas semanas después, los dos responsables diplomáticos conversaron de nuevo por teléfono para preparar la reunión entre Trump y Putin del 16 de julio siguiente en Helsinki y tras la cumbre abordaron el proceso de normalización de las relaciones bilaterales.
Sin embargo, en agosto se abrió un nuevo frente de tensión, cuando EE.UU. anunció sanciones contra Rusia por el caso del exespía Serguéi Skripal, atacado junto a su hija “con armas químicas” en el Reino Unido. Un asunto que se sumaba a las desavenencias ya existentes sobre Siria, Venezuela o Corea del Norte.
A comienzos de mayo de 2019, Pompeo y Lavrov, reunidos en la ciudad finlandesa de Rovaniemi, capital de Laponia, evidenciaron las diferencias sobre la crisis de Venezuela. Apenas unos días después Pompeo visitó Rusia y se entrevistó con Lavrov y Putin en el balneario de Sochi.
Pese al ambiente de optimismo que dominó la visita y la voluntad expresa de normalizar las relaciones bilaterales, no hubo acercamiento en las crisis abiertas, como Irán o Venezuela.
En diciembre de 2019, Lavrov viajó a Washington y se reunió con Trump, quien le advirtió de que no interfiriera en las elecciones presidenciales de 2020 en EE.UU., al tiempo que apoyaba "un sistema de control de armas global eficaz, que incluya no solo a Rusia, sino también a China", sin más precisiones.
Mandato de Biden
El primer cara a cara entre Blinken y Lavrov se produjo el 19 de mayo de 2021, en Reikiavik, en los márgenes del Consejo Ártico, con una agenda que incluía la situación de Ucrania, el trato al opositor ruso Alexéi Navalni -entonces en prisión-, las acusaciones contra Rusia de injerencia en las elecciones americanas y el futuro del Ártico.
Tras la reunión, ambas partes hicieron llamadas a la cooperación y abrieron camino a una probable cumbre entre Biden y Putin, que finalmente se celebró en junio en Ginebra.
El siguiente encuentro entre Blinken y Lavrov se produjo el 2 de diciembre de 2021 en Estocolomo, en los márgenes de una reunión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Blinken advirtió a su homólogo de las "graves consecuencias" que sufriría Rusia si invadía Ucrania y le instó a buscar una salida diplomática a la crisis.
Tampoco hubo resultados tangibles en el siguiente encuentro entre los dos responsables diplomáticos, celebrado el 21 de enero de 2022 en Ginebra, cuando Rusia había desplegado ya 100.000 soldados frente a la frontera Ucrania.
De la cita no salieron resultados concretos más allá de la voluntad de Moscú de mantener abierto un canal diplomático de interlocución, pero Lavrov y Blinken se despidieron ofreciendo la impresión de que el camino de una solución pacífica era viable.
Pasó más de un año desde la invasión rusa de Ucrania -24 febrero de 2022- antes de que los dos responsables diplomáticos volvieran a reunirse. Fue un breve encuentro en marzo de 2023 durante una reunión del G20 en Nueva Delhi, en el que Blinken trasladó a Lavrov el apoyo de EE.UU. a Ucrania y exhortó a Rusia a que permaneciera en el tratado antinuclear Nuevo START y a que liberara al estadounidense Paul Whelan.