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Homilía: ¿Quiénes pueden ser dichosos?

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 16/02/2025 | 03:29

Algunos han pensado, que la felicidad no se encuentra en esta vida; tal vez, porque no han sabido  buscarla.

Lo cierto, es que en este mundo,  hay más fatigas y dolores, que satisfacciones. Y eso nos hace pensar, que aquí no está la felicidad.

Podemos decir, que hay una dicha, que va más allá del tiempo; ahí donde la felicidad no es temporal, ya que es eterna.

En esta vida, somos felices a ratos. Y esa, no es verdadera dicha.

Hoy, nos dice el Señor quiénes son los Bienaventurados.

Jesús declara, quienes son felices; pero Él, no decreta la desdicha. Porque, Dios quiere que todos seamos felices.

Aunque, muchos hacen depender la dicha, de lo que puede perderse. Por eso, nunca llegan a sentirse plenos.

Dijo el apóstol Pablo: “Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres”. (1Cor. 15)

Las cosas de este mundo, están sujetas  a cambio; y el temor a  perderlas, no nos deja ser dichosos.

Mas aún, si hacemos que la felicidad dependa de un hombre, entonces viviremos con  miedo a ser decepcionados.

Dijo Jeremías: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón”. (Jer.17).

Benditos aquellos que confían en Dios. Porque, el Señor no defrauda; Él no cambia, por eso, es la verdad.

Hoy respondemos con el salmo 1: “Dichoso el hombre que confía en el Señor”.

Pero, en este mundo, la dicha  no es un regalo, es una conquista; y, hay que  esforzarse por ser dichosos.

Por eso, necesitamos preguntar: ¿Quiénes son verdaderamente felices?

El Señor nos dice: “Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán. Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan…por causa del Hijo del hombre, Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en los cielos”.(Lc.6).

No hay que sufrir por algo pasajero, porque eso, pasa; no hagamos depender nuestra dicha de algo temporal, porque también se pierde.

La razón de la alegría, es que, a pesar del dolor, no perdemos la  esperanza.

Y, aquello que se espera con fe, algún día tendrá que llegar; si esperamos de corazón, podremos  vivir felices, ya desde esta vida.

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.

 

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
 
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
 
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
 
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
 
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
 
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
 
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
 
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
 
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
 
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».