Cuando el Presidente Trump la llamó la semana pasada, la Presidenta Claudia Sheinbaum estaba preparada para hablar con un líder estadounidense que no cedería en materia de aranceles. En lugar de ello, negoció un acuerdo que los líderes mundiales están estudiando para sus propias conversaciones comerciales con Estados Unidos.
La llamada del 3 de febrero fue dura, a menudo tensa, y prolongada, de casi 45 minutos, dicen personas familiarizadas con el asunto. Sheinbaum -que alternaba entre un intérprete y hablar inglés para hacer un comentario enfático- se mantuvo firme, dijeron, rebatiendo a Trump en materia de comercio, drogas y migración de maneras que llamaron su atención sin convertirse en una discusión.
"Hay que hablar en el idioma de Trump", dijo una persona familiarizada con las conversaciones.
El tiro de gracia fue la idea de su Administración: México enviaría a 10 mil soldados a la frontera para combatir los flujos de fentanilo y ayudar con la seguridad fronteriza, igualando la propia demostración de fuerza de Trump a lo largo del Río Bravo. Acordaron suspender los aranceles durante un mes para ver cómo iba el control fronterizo, con un acuerdo similar para Canadá.
A Trump le gustó su dureza, pero al mismo tiempo que cooperó, señalaron las fuentes. Por ejemplo, el despliegue de tropas es algo que a Trump le encanta, dijo un funcionario mexicano.
Más tarde ese día, Trump dijo haber tenido "una gran conversación con México".
"La Presidenta Sheinbaum es una mujer que me cae muy bien", dijo Trump a los periodistas, antes de agregar que, le caiga bien o no, él tenía que detener las drogas y la inmigración ilegal.
El acuerdo sorpresa de Sheinbaum con Trump mostró a los funcionarios canadienses que había un camino para evitar los aranceles punitivos que Estados Unidos había anunciado el 1 de febrero, destacó un alto funcionario del Gobierno canadiense.
Canadá inicialmente no estuvo seguro de qué podía ofrecer para igualar la oferta de México de trasladar 10 mil efectivos a la frontera, pero luego decidió crear el nuevo cargo de zar del fentanilo e invertir 140 millones de dólares en una nueva unidad para recopilar inteligencia sobre el crimen organizado.
Canadá también dijo que seguiría el ejemplo de EU y designaría a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esta medida irritó a los mexicanos, que sintieron que apoyaba a Trump en su deseo de castigar a los cárteles de manera imprudente, potencialmente con fuerza militar.
En Europa, donde los líderes se están preparando para conversaciones comerciales con Trump, los funcionarios indicaron que habían estudiado la respuesta de México y Canadá y que estaban en estrecho contacto.
Sheinbaum es hoy la funcionaria más popular de México, con aprobación del 75%. Es una señal de cuánto la respalda el País al tiempo que Trump amenaza con deshacer un acuerdo de libre comercio que ha impulsado el sector manufacturero de México en los últimos 30 años. Ella, junto con el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau, tendrán otro enfrentamiento con Trump el 4 de marzo, cuando termina la prórroga.
No se anticipaba su mano hábil con Trump. Conocida por su semblante severo, la política y académica de izquierda se fogueó en el activismo universitario y es, en muchos sentidos, lo opuesto a Trump.
Pero ha forjado relaciones con ejecutivos de empresas mexicanos que hablan con Trump y la asesoran. Desde que asumió el cargo en octubre, Sheinbaum ha sorprendido a los observadores en México con su flexibilidad en algunas cuestiones ideológicas, particularmente con la comunidad empresarial local y los inversionistas extranjeros.
"Con los años Sheinbaum adquirió un gran pragmatismo", señaló Sergio Aguayo, activista y experto mexicano en derechos humanos. "Pero Trump también es profundamente pragmático".
Había gran tensión antes de la llamada telefónica del 3 de febrero. El sábado anterior, al anunciar los aranceles, la Casa Blanca dijo que las organizaciones narcotraficantes mexicanas "tienen una alianza intolerable con el Gobierno de México". Sheinbaum rechazó la afirmación como una calumnia y dijo que Estados Unidos no estaba haciendo nada por frenar el uso de fentanilo o combatir su venta en las calles de EU.
Al igual que Trudeau, Sheinbaum estaba preparada para aplicar aranceles de represalia a las exportaciones estadounidenses de los bastiones republicanos, dijeron personas familiarizadas con el plan. A diferencia de Trudeau, se abstuvo de revelar las medidas hasta después de su llamada con Trump. La idea era evitar arrinconarlo y ofrecerle una rampa de salida, señalaron estas personas.
La clave fue enfatizar la cooperación bilateral y abrir las puertas a las conversaciones antes de que se impusieran medidas unilaterales, dijo Sheinbaum poco después de la llamada. Un ejemplo fue el progreso logrado en la lucha contra la migración ilegal, que cayó más del 80% en los últimos meses debido a esfuerzos coordinados y bilaterales de aplicación de la ley. Los líderes acordaron programar reuniones de alto nivel para trabajar en migración, seguridad y comercio.
El elemento impredecible en la relación Trump-Sheinbaum es el fentanilo, que se produce en gran medida en México antes de pasar de contrabando a Estados Unidos, donde es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes estadounidenses. Trump hizo de la lucha contra el fentanilo una promesa de campaña y ha dicho que tomaría medidas directamente contra los cárteles que lo venden.
Pero los contrabandistas de fentanilo son en su mayoría ciudadanos estadounidenses que introducen pequeñas cantidades de la potente droga en compartimentos especiales en vehículos que eluden la detección entre las decenas de miles de vehículos que cruzan la frontera todos los días.
"El control del tráfico hormiga de los contrabandistas de fentanilo es casi imposible", aseveró Raúl Benítez, experto militar en la Universidad Nacional Autónoma de México. México probablemente intentaría realizar algunas capturas importantes de jefes de la droga y eliminar algunos laboratorios de fentanilo para complacer al Presidente de Estados Unidos. "Trump quiere cabezas", indicó.
En una conferencia de prensa con periodistas después de la llamada telefónica con Trump, Sheinbaum señaló que trató de apaciguar la preocupación de mucho tiempo de Trump sobre el gran déficit comercial de Estados Unidos con México, que actualmente asciende a más de 150 mil millones de dólares.
"Le dije que en realidad no era un déficit", dijo en una conferencia de prensa.
Edición del artículo original