Jueves 6 de Febrero de 2025 | Aguascalientes.

'Habitar la memoria', una revisión a la militancia visual de Jorge Acevedo

INAH | 06/02/2025 | 14:21

A Jorge Acevedo Mendoza (D.F. 1949-Oaxaca, 2019) le bastaron tres décadas de trabajo imparable en la fotografía, como lo demuestran los más de 52,000 negativos del acervo que legó, para que varias de sus imágenes se colaran en el imaginario colectivo del México contestatario, de hondas raíces de piedra y de pueblos anclados a la tierra y a las nubes.
 
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde Acevedo desarrolló el registro visual de bienes culturales en la entonces Dirección de Monumentos Coloniales, coedita una publicación que aborda la sensibilidad y el compromiso con que ejerció su oficio: Habitar la memoria.
 
Los hijos de Jorge Acevedo, Adrián y Esteban, permitieron a la historiadora de la imagen Rebeca Monroy Nasr y al sociólogo Abraham Nahón acceder a las colecciones de quien fuera su colega, amigo y compañero, y encontraron la obra Entre el fotodocumentalismo y la lucha social, como reza el subtítulo del libro.
 
En la presentación editorial, realizada en la Dirección de Estudios Históricos del INAH, Monroy y Nahón comentaron que Habitar la memoria es pionera en el tratamiento del fotodocumentalismo. La trayectoria de Jorge Acevedo “merece estar en las páginas de una historia que tiene mucho que contar, pues es un documento visual, histórico y testimonial, importante para nuestro país y para los estudios sobre fotografía en Latinoamérica”.
 
Por ello, dijo Monroy, era necesario reconocer la relevancia de sus fotografías “no solo para la memoria del INAH, sino en relación con los patrimonios cultural, social, político, sindical y estético, pertenecientes a los movimientos sociales del último tercio del siglo XX y a las regiones y comunidades que documentó”.
 
El periodista Luis Hernández Navarro, la museóloga Rosa Estela Reyes García y el historiador Antonio SaboritGarcía-Peña, autores de los ensayos del libro, trazaron una línea de tiempo para aproximarse a las etapas creativas de Acevedo Mendoza, cuya formación visual se alimentó por su ávido consumo de cine, música y libros.
 
“Las fotos de Jorge fueron ampliamente reproducidas en revistas, carteles, panfletos, sin su firma ni consentimiento, integrándose como un elemento en el imaginario popular subalterno, en el terreno iconográfico. De manera que sus instantáneas permitían a los activistas identificarse con mil batallas. No es cierto que una imagen diga más que mil palabras, pero ayuda a comprender ese millar de palabras”, señaló el coordinador de Opinión de La Jornada, Luis Hernández.
 
Sostuvo que las imágenes de Acevedo ayudaron a tejer “hilos finos de identidad, de pertenencia y de referencia al pasado”; asimismo, en las décadas de 1970 y 1980, “por alguna extraña razón, se vinculó con la segunda ola del feminismo, convirtiéndose en su documentador.
 
“En una segunda etapa se introdujo a la vida de las comunidades oaxaqueñas, ‘mezcaleando’ con ellas. Se dedicó a tomar fotos de músicos con sus instrumentos, de la vida ritual y cotidiana, y otras se volvieron paradigmáticas, como las de los presos en la penitenciaría de Ixcotel.
 
“Jorge nos ayudó a ver más allá de lo que alcanzábamos con la mirada, a tener presente la memoria y a encontrar los pequeños detalles que dicen tanto. Él sabía ver. Me imagino que, en algún momento, se cansó, y como los buenos toreros colgó la coleta y se dedicó a vivir con lo que disfrutaba”, expresó el escritor.
 
Por su parte, la directora del Centro INAH Querétaro, Rosa Estela Reyes García, abordó la faceta sindicalista de Acevedo. Su compañera de militancia recordó que, a finales de los años 70 e inicios de los 80, se dieron duras batallas para delinear una política diferente y autónoma de las decisiones tomadas al interior de la Secretaría de Educación Pública.
 
La lucha de las delegaciones de Administrativos, Técnicos y Manuales, así como de los profesores–investigadores, arquitectos y restauradores fueron fundamentales para que el INAH y sus trabajadores lograran un desempeño notable en la vida cultural del país.
 
Por último, el director del Museo Nacional de Antropología, Antonio Saborit, relató las correrías que vivió con Jorge Acevedo, a finales de la década de 1970, cuando coincidieron como estudiantes en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, y les unió su gusto por el suplemento La Cultura en México, de la revista Siempre!, de la que ambos llegaron a ser colaboradores.