El Gobierno ruso anunció hoy la decisión de prolongar hasta finales de febrero la prohibición de exportar gasolina con el fin de garantizar la estabilidad de los precios en el mercado interno.
La única excepción serán los grandes productores de derivados del petróleo, que sí podrán exportar combustible, según informó a medios locales la oficina del vice primer ministro, Alexandr Novak.
Los no productores son refinerías, empresas comercializadoras y aquellas compañías que producen anualmente menos de un millón de toneladas de combustible.
En su momento, el Ejecutivo argumentó su decisión por la necesidad de «mantener la situación estable en el mercado del combustible durante el período de alta demanda y las reparaciones planificadas en las refinerías».
El embargo tampoco afecta al combustible que sale del país con fines de ayuda humanitaria o para consumo personal de los ciudadanos ni se extiende a los suministros contemplados en los acuerdos intergubernamentales.
Rusia vetó la exportación de gasolina y diésel en septiembre de 2023, ya que el incremento de los precios del combustible en el mercado internacional estimuló a las empresas rusas a elevar las exportaciones, lo cual provocó, junto a la progresiva depreciación del rublo provocada por la guerra en Ucrania, un alza de los precios.
La medida surtió el efecto esperado y provocó una caída considerable de los precios de la gasolina y el diésel en la mayoría de las regiones rusas, lo que permitió al Gobierno reanudar provisionalmente las exportaciones de diésel.
Posteriormente, el Gobierno ruso volvió a prohibir hace un año las exportaciones de gasolina (no así las de diésel), medida que levantó en mayo pasado.
Sin embargo, los precios de la gasolina en el marcado interno mostraron una tendencia al alza desde junio pasado y se aproximaron a los niveles récord de 2023, por lo que las autoridades rusas restablecieron la prohibición de exportar a partir de agosto.