San Luis Potosí, SLP.- La mañana de este jueves, alrededor de 4,000 potosinos emprendieron un camino lleno de fe, esperanza y devoción, dando inicio a la tradicional peregrinación hacia la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos. Entre el frío de enero y los primeros rayos del sol, los fieles se reunieron en el Templo de Morales para partir en su primera etapa hacia la comunidad de San Antonio, donde tienen previsto acampar al caer la tarde.
Con estandartes al viento, imágenes religiosas en manos y el corazón lleno de ilusión, esta tradición de más de 138 años une a generaciones enteras, desde bebés en brazos de sus madres, hasta adultos mayores que llevan décadas caminando con la firme intención de agradecer, pedir un milagro o cumplir una manda. Este año, destaca la presencia de más de 100 niños que participan por primera vez en esta travesía espiritual, fortaleciendo los lazos familiares y perpetuando una herencia de fe que trasciende el tiempo.
Uno de los peregrinos, con lágrimas en los ojos y un crucifijo en sus manos, comparte su testimonio: “Me pongo en manos de Dios con la esperanza de llegar bien y poder dar gracias a la Virgen por todas las bendiciones recibidas. Este camino es un acto de fe, pero también un recordatorio de que nunca estamos solos. Ver a tantas personas ayudándose, compartiendo comida, agua o simplemente palabras de aliento, es un milagro en sí mismo”.
Los contingentes, que se unirán más adelante a grupos provenientes de Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes, Estado de México y Jalisco, invitan a los conductores a tener precaución y respeto por los caminantes.
“No pedimos más que conciencia y cuidado, para que todos podamos llegar con bien”, mencionan algunos peregrinos.
En el camino, no faltan los gestos de bondad que renuevan el espíritu. Historias como la de un niño que perdió temporalmente a su grupo y fue encontrado por otros peregrinos, quienes lo cuidaron y alimentaron hasta reencontrarlo con su familia, refuerzan la idea de que la peregrinación es también un acto de amor colectivo.
En esta peregrinación, donde cada paso está cargado de esperanza, muchos esperan un milagro. Como el caso de una joven madre que, años atrás, caminó con su hijo gravemente enfermo para pedir por su salud. Tras días de oración frente a la Virgen de San Juan, regresaron a casa con la sorpresa de una recuperación inesperada. Hoy, ese mismo niño camina junto a ella, llevando un cuadro de la Virgen como símbolo de gratitud.
La Caravana de la Fe es más que un recorrido físico; es una experiencia que une corazones y refuerza la fe en tiempos de incertidumbre. Entre cánticos, rezos y la promesa de la llegada a San Juan de los Lagos el próximo 1 de febrero, los peregrinos avanzan con la convicción de que, con cada paso, se acercan no solo a su destino, sino también a sus más profundos anhelos espirituales.
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