El recién investido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, rescindió una orden ejecutiva de la administración Biden que establecía medidas de supervisión para las empresas que desarrollan modelos influyentes de IA.
La política de Biden, firmada en octubre de 2023, era en gran medida voluntaria y obligaba a los principales desarrolladores de IA, como OpenAI y Google, a compartir evaluaciones de seguridad e información vital con el gobierno federal.
Inició un marco para las normas de seguridad de la IA destinadas a proteger la privacidad y prevenir las violaciones de los derechos civiles, incluida la discriminación racial, al tiempo que exigía salvaguardias contra las amenazas a la seguridad nacional.
Mientras las grandes empresas tecnológicas que construyen modelos avanzados de IA apoyaron la orden, los pequeños empresarios tecnológicos –muchos de los cuales apoyaron a Trump– se opusieron a ella.
Su derogación el lunes deja a Estados Unidos, sede de la mayoría de los modelos de IA más potentes del mundo, sin directrices formales para el desarrollo de la IA.
Cuando la publicación de ChatGPT causó olas mundiales, los líderes tecnológicos, incluido Elon Musk, aliado de Trump, pidieron una rápida acción gubernamental para controlar el desarrollo de la IA, incluso mientras corrían para competir en el campo.
La plataforma del partido republicano de 2024 calificó la orden de Biden de “peligrosa”, alegando que ahogaba la innovación en IA e imponía una ideología de izquierdas al desarrollo tecnológico.
El enfoque de no intervención de EE. UU. contrasta fuertemente con otras regiones que aplican normativas sobre IA.
La Unión Europea aprobó en mayo de 2024 su Ley General de Inteligencia Artificial, que establece normas jurídicamente vinculantes basadas en niveles de riesgo, mientras que China está desarrollando su propio marco regulador.
La orden ejecutiva de Biden “desempeñó un valioso papel en la configuración del enfoque de los sectores público y privado sobre la IA en un momento de gran avance para la tecnología”, dijo Alexandra Reeve Givens, del Centro para la Democracia y la Tecnología, con sede en Washington.
“Pero con o sin la Orden en vigor, a todos nos interesa seguir adoptando herramientas de IA de forma inteligente y responsable y garantizar que Estados Unidos siga siendo líder en la gobernanza de la IA”.