“No existe el dinero público; solo hay dinero de los contribuyentes”
Margaret Thatcher
Las pasadas semanas he tratado el tema de la democracia, está, que si reflexionamos, realmente ya no nos sirve. Tendríamos que tener un modelo diferente y en el centro debería estar la solución a la pobreza en forma definitiva así como, el ser humano como protagonista de la sustentabilidad, sostenibilidad y sustento de esta sociedad mundial en la que vivimos.
Hemos platicado también de las ansias del ser humano por el dinero, el poder y el sentirse superior a los demás. Así el lograr el poder popular de los diferentes gobiernos, los recursos públicos de los que se disponen, en algún momento de esta relación gobernadores y gobernados, se va pervirtiendo.
La alteración perversa en aquella relación, se da precisamente en el instinto auto depredador de la raza humana. Quizás es, la supervivencia de unos frente a otros, sin darse cuenta en la ceguera mundana, que se van consolidando los procesos perversos entre humanos.
La disposición de los recursos económicos de las poblaciones, pasan por las iniciativas de leyes para los ingreso, por las diferentes cámaras de los estados o, de la Federación, en su caso, para que se “pongan de acuerdo” en los aumentos a lo que conocemos como impuestos. Cumplir con el sustento de nuestros gobiernos, es nuestra obligación.
El tema principal es que realmente las voluntades de las “representaciones populares” no son autónomas; deberían ser la voluntad de sus representados y no lo son. Más bien la voluntad que decide, radica en quien gobierna.
Cada año se vive este proceso de cobrar dinero al contribuyente, aplicando los aumentos pertinentes o, impertinentes. La realidad es que, en términos de ciencia económica, mantener los equilibrios en lo que se cobra y se aplica, se podría incidir en la inflación, la misma que quita el poder adquisitivo de la moneda que cursa.
La verdad es que no hay más dinero que el que genera quienes trabajan y ese dinero privando va a una bolsa donde se concentra y se le llama público porque es de todos los que aportan. Así cada día es más difícil progresar, pues últimamente se quiene resolver el desorden del dinero privado que ha pasado a ser público, con impuestos nuevos y otros más caros.
El orden, la disciplina y la rendición de cuentas, no son propiamente la fortaleza de casi ningún gobiernos en el mundo. De ahí la discrecionalidad uni personal, casi, de no darnos cuentas de lo que se gasta y como se gasta. La promoción, el populismo y los lujos que se desprenden del trabajo de todos los contribuyentes, es una constante. Lo es también el inventar impuéstanos y cóbralos cada vez más caros.
¿Quien aguanta este paso? ¿Que economía puede sobrevivir así, solo gastando sin generar riqueza? Ninguna en el mundo.
Al tiempo si no.