Miércoles 22 de Enero de 2025 | Aguascalientes.

¿Me quedo o me marcho?

Claudia Guadalupe Martínez Jasso. | 10/01/2025 | 15:42

Se siente tal vez, una opresión en el pecho, un miedo que se huele en el aire espeso, una mirada preocupada y confusa, unos pulmones que no acaban de llenarse y una tristeza en el cuerpo, que ya posiblemente es puro silencio.

Como cuando quieres irte de un lugar, de una persona o grupo, pero a la vez deseas permanecer, por la promesa, el apego, el hábito o el miedo a no encontrar nuevamente un lugar, un abrazo, una compañía, un supuesto apoyo o cualquier otra cosa que te hayas contado en tu idealización al Otro.

Te duele la palabra y tus ilusiones se están quebrando como obleas duras en tu psiquis o a la vez derritiéndose por las lágrimas internas que no has llorado, pero que ya humedecieron tus ganas, tu motivación y tus planes a futuro. Durante un tiempo, tal vez mucho, ese lugar o Seres, fueron tu hogar, o al menos así lo pensaste.

¿Te nutría? Tal vez en algunos aspectos, pero en otros es muy posible que te lastimara energéticamente. Y es que pensamos que solamente lo que vemos es lo que existe, pero la energía, esa invisibilidad que puede incluso provocar la finitud, está, está, está allí.

Cada mala palabra, insulto, crítica, hipocresía, malos hábitos, emociones discordantes, contubernio, mala praxis, avaricia, alcoholismo, gula, celos, rivalidad, competencia mal sana, violencia encubierta, distorsión mental, egoísmo, golpes físicos, golpes en el Alma, mentiras, dinámicas agresivas, manipulación, adicción, entre otras muchas energías, se van metiendo a las paredes del lugar y en los tejidos del cuerpo.

A veces se convierten en fibromialgia, cáncer, hipertensión, diabetes, o un mal funcionamiento de tiroides.

Porque son golpes al Alma, directos que van formando heridas profundas que no atendemos. ¿Me quedo o me marcho? Se preguntan en la salita de consulta con su té dulce en la mano y yo me quedo mirando a sus ojos llenos de lágrimas, recordando en mí esa sensación.

Cuando todo afuera y adentro te grita que salgas de inmediato, que te vayas corriendo, que sí hay más para ti allá afuera, que hay otras personas, otros grupos, otros mundos en donde no te acribillan, te traicionan, te humillan, te rechazan o te violentan de alguna manera. “Es que no voy a poder sin Él/Ella, Ellos” Y sí, eso te hicieron creer.

Porque nos olvidamos de que, así como hay obscuridad hay luz y que, si vamos con nuestra lámpara del corazón muy bien encendida, nos encontraremos con otras personas pacíficas. Pero y ¿Si es mi última oportunidad?

¿Es que acaso deseas permanecer en una “oportunidad” que te quita el aliento y no ve tu belleza del Alma? Tengamos fe, en que otros espacios se abrirán, otras personas llegarán, otras manifestaciones de la luz Divina se presentarán ante nosotros, cuando hayamos decidido respetarnos y ponernos a salvo.

Le tenemos miedo a la intersección, a ese momento vacío entre un espacio, persona o personas y otros.

Es como en una danza, de pronto, existe un momento de absoluto silencio musical y el movimiento cesa y allí, tal vez, cierras los ojos y está obscuro, pero es un respiro, pero es un momento de conexión, pero es un reencuentro con tu corazón.

Te vuelves a conectar contigo. ¿Me marcho o me quedo? O bien te quedas poniendo de tu parte para cambiar alguna situación, hablas con las personas e intentas que se transforme, pero si no funciona entonces, puedes quedarte asumiendo que no eres feliz o te vas y te re-encuentras en un lugar mejor. ¿Existe alguna otra opción?

Tener la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que podemos y sabiduría para reconocer la diferencia es la gran enseñanza para salir de apegos adictivos.

Poner en la balanza los pros y los contras de estar en una relación personal, espacial o grupal es de suma importancia, sin embargo, cuando hay inflamación, estrés y segregas cortisol cada vez que asistes, ¿No será que es hora de marcharse? Es que no puedo porque tengo cuentas que pagar, he luchado mucho por este lugar,

¿Qué va a decir la gente? Y ¡Con una estaca en el Alma! ¿Si tuvieras a un niño(a), perrito(a) o gatito(a) a tu cuidado o la persona que más amas estuviese en esta situación, qué le dirías? ¿Le dejarías que siguiera sufriendo o te lo llevarías a casa para ponerlo a salvo? Si estás siendo maduro(a), haciéndote responsable y poniendo de tu parte en esa situación de forma asertiva y la energía sigue siendo tortuosa, amigo(a) mío(a),

¿Será hora de marcharse? No pierdas la fe, si respiras profundamente y clamas a tu Divina presencia por la paz, calma, amor, apoyo, respeto y creación alegre que tú eres, el mundo entero sufrirá una transformación como resultado de tu valentía y allí estará, del otro lado, un baño de sol en todo tu cuerpo y un sistema nervioso aclamándote por volver a casa, al hogar Santo de tu corazón, en dónde sientas ganas de vivir y construir de nuevo.

Gracias por caminar juntos.

Tu terapeuta.

Claudia Guadalupe Martínez Jasso.