Propongámonos dar esperanza a nosotros y a los demás
Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, Arzobispo de San Luis Potosí, señaló que tras la celebración del nacimiento de Cristo, “Hemos tenido su octavario, una forma de seguir agradeciendo a Dios sus bienes. Así iniciamos también el Año Nuevo, 2025, que va cargando en su tiempo al Año Jubilar, y oramos porque sepamos aprovechar todas las bendiciones que Dios nos envía”.
Pidió también “Que sea un Año Jubilar lleno de agradables frutos. Propongámonos ganar en urgencia, pero también propongámonos dar esperanza a nosotros mismos y a los demás. Bendecir un Año Jubilar, descendiendo bendiciones en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Monseñor Cavazos agregó que aún falta celebrar la Epifanía del Señor, es decir, “Su manifestación a todos los pueblos, representada por los Magos, que son sabios buscadores que tras dejarse interpelar por la aparición de una estrella, se ponen en camino y llegan a Belén, y allí encuentran a Jesús, con María, su madre, se postran y le ofrecen oro, incienso y mirra”.
Los Magos no se quedaron encerrados en cosas terrenales
Jorge Alberto Cavazos pidió a los católicos potosinos que “Por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, nos impulse a seguir el ejemplo de los Reyes Magos, de mantener los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra, y el corazón postrado en adoración”.
Señaló que los sabios venidos de Oriente “Son imagen de los pueblos en camino en busca de Dios. Los Magos, que son extranjeros, no se quedan encerrados en las cosas terrenales, sino que ven surgir una estrella y emprenden un viaje en busca del Rey que ha nacido”.
Por ello convocó a la feligresía potosina, llamando “¡Hermanos y hermanas, los ojos fijos en el cielo! Necesitamos tener la mirada levantada hacia lo alto, también para aprender a ver la realidad desde arriba. Lo necesitamos en el camino de la vida, para hacernos acompañar de la amistad del Señor, de su amor que nos sostiene, de la luz de su Palabra, que nos guía como estrella en la noche”.
Sin embargo, dijo, así como miran a lo alto, los Reyes Magos también tienen los pies sobre la tierra y se ponen en marcha hacia Jerusalén, donde preguntan ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.
No encontraremos a Dios en una bella teoría sino en el camino
Monseñor Cavazos agregó que “El astro que brilla en el cielo los envió a recorrer los caminos de la tierra; levantando la cabeza hacia lo alto son empujados a descender hacia lo bajo; buscando a Dios son invitados a encontrarlo en el hombre, en un Niño que yace en un pesebre, porque Dios, que es infinitamente grande, se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño”.
El Arzobispo potosino indicó que “Tener los pies en la tierra e ir en camino significa que el don de la fe no ha sido dado para quedarse mirando el cielo, sino para avanzar por los senderos del mundo como testigos del Evangelio, porque la luz del Señor no es sólo para ser consolados en nuestras noches, sino para iluminar las densas tinieblas que envuelven tantas situaciones sociales”.
“El Dios que viene a visitarnos no lo encontramos permaneciendo quietos en alguna bella teoría religiosa, sino poniéndonos en camino, buscando los signos de su presencia en las realidades de cada día y, sobre todo, encontrando y tocando la carne de los hermanos”, añadió.
Adorar a Jesús no es perder el tiempo
Jorge Alberto Cavazos dijo que “fue la experiencia decisiva para ellos y también importante para nosotros: en el Niño Jesús, vemos a Dios hecho hombre. Por eso, contemplémosle, maravillémonos de su humildad. Contemplar a Jesús, estar ante Él, adorarlo en la Eucaristía: no es perder el tiempo, sino darle sentido al tiempo. Adorar no es perder el tiempo, sino darle sentido al tiempo: esto es importante, repito: adorar no es perder el tiempo, sino darle sentido al tiempo; es encontrar el rumbo de la vida en la sencillez de un silencio que alimenta el corazón”.
Dijo que “También encontramos tiempo para mirar a los niños, como los Magos miran a Jesús: a los pequeños que también nos hablan de Jesús, con su confianza, su inmediatez, su asombro, su sana curiosidad, su capacidad de llorar y reír espontáneamente, de soñar. Dios se hizo así: niño, confiado, sencillo, amante de la vida. Si nos ponemos delante del Niño Jesús y en compañía de los niños, aprenderemos a asombrarnos, partiremos más sencillos y mejores, como los Reyes Magos, y sabremos tener miradas nuevas, miradas creativas ante los problemas del mundo.
Monseñor Cavazos invitó a que nos preguntemos durante estos días, “¿Nos hemos detenido a adorar, hemos hecho un espacio para Jesús en silencio, rezando delante del pesebre? ¿Hemos pasado tiempo con los niños, hablando y jugando con ellos? Y, por último, ¿Somos capaces de ver los problemas del mundo a través de los ojos de los niños?”.