"Pure cinema", era el lema de Alfred Hitchcock, quien se inició en el cine mudo. Este director detestaba los diálogos interminables y buscaba contar su historia con imágenes. Más fácil decirlo que hacerlo: será la celeridad del mundo en que vivimos, o la cantidad de información que recibimos, pero no todos pueden prescindir de los parlamentos.
Llega una película que carece por completo de diálogos: Flow.
En algún lugar del mundo, vemos a un gatito negro, juguetón y curioso que se topa con una jauría de perros, quienes comienzan a perseguirlo. Logra burlarlos, pero de pronto hay un imprevisto: una inundación enorme, que todo lo arrastra. Empieza la odisea.
Esta cinta animada que representa a Lituania ante el Óscar, resulta un verdadero viaje mágico y sensorial, donde vivimos una aventura épica de la garrita de nuestro personaje principal, un gatito cuyo nombre desconocemos.
La historia va avanzando a través de las interacciones del gato con diferentes seres: pájaros, lémures, elefantes, etc. La adaptación a cada circunstancia, a cada ambiente, sorteando las dificultades.
Hay que tomar en cuenta que no se hace ningún antropomorfismo en los animales. No actúan como humanos, tampoco hablan no es una versión del Rey León lituana. Tiene un dejo de veracidad, como el de un documental.
Más interesante entonces, que justamente logremos conectar con los protagonistas de esta historia, especialmente con nuestro héroe gatuno (o ¿heroína?). En la búsqueda por sobrevivir hay una colaboración mutua, una solidaridad que los conmina.
Esta historia de vibrante e hipnótica animación, es una especie de fábula cinematográfica. Pero su mensaje no viene deletreado en forma infantil, o forzado.
Es a través de puras imágenes, que entendemos la trama. Prescindimos de los diálogos, gustosos, y al igual que el protagonista, fluimos. Es una verdadera chulada.
FLOWTres estrellas y media
Dirige: Gintis Zilbalodis
Duración: 85 min.
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