Según René Contreras Flores, director general del Instituto Temazcalli, aproximadamente el 5% de la población estudiantil básica que supera los 900 mil alumnos, presenta síntomas de ansiedad exacerbados por la dependencia a estos dispositivos.
Un caso emblemático es el de un joven que a pesar de su corta edad, experimenta insomnio extremo, sin poder dormir antes de las 3:00 de la mañana.
Este adolescente que se encuentra ensimismado y presenta dificultades de concentración y comunicación, refleja un severo cuadro de ansiedad que ha impactado negativamente en sus relaciones personales.
Contreras describe que en las etapas de preadolescencia y adolescencia, se observa un comportamiento ambivalente como parte del desarrollo natural. Sin embargo, la ansiedad provocada por el uso del celular se manifiesta de manera diferente.
"La comunicación está cerrada en su totalidad", señala, añadiendo que los menores pueden exhibir reacciones de enojo intenso si se les restringe el uso de sus dispositivos.
Los adolescentes pueden pasar hasta seis horas continuas en sus teléfonos, lo que contribuye al aislamiento y la pérdida de apetito. La retirada del dispositivo provoca reacciones emocionales intensas, ya que los jóvenes sienten que su realidad personal, construida a través de redes sociales y aplicaciones como Facebook, Instagram y WhatsApp, se ve amenazada.
El acceso fácil a teléfonos móviles ha exacerbado la situación. Contreras destaca que aunque no es intrínsecamente negativo que los adolescentes tengan un teléfono, es esencial que exista un marco de responsabilidad en su uso. La dependencia de estos aparatos para las interacciones sociales puede obstaculizar su desarrollo personal y educativo.
Adicionalmente, el acceso a internet a través de móviles plantea riesgos significativos como la exposición a contenido inapropiado y peligros potenciales, incluyendo la pornografía y el reclutamiento para actividades delictivas.
Contreras advierte sobre la importancia de la supervisión parental para mitigar estos riesgos, ya que se han documentado casos de menores accediendo a sitios peligrosos que fomentan comportamientos violentos.
En resumen, la ansiedad en adolescentes relacionada con el uso del teléfono móvil es un problema creciente que requiere atención y acompañamiento por parte de los padres, así como un enfoque responsable en el uso de la tecnología. La comunicación abierta y el establecimiento de límites claros son fundamentales para ayudar a los jóvenes a navegar por estos desafíos.
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