Queridos hermanos todos en el Señor, estamos terminando un año, un ciclo que ha cambiado el mundo que conocíamos, por ello qué interesante sería que en cada familia tus hijos, tus nietos, pudieran también salir para cumplir la voluntad del Padre en las realidades terrenas que todos deben llevar adelante en la escuela, en los trabajos, en el trato con los demás ciudadanos.
Conforme a lo que establece la Iglesia Católica, el Jubileo o Año Jubilar, es un año de gozo, de perdón, de reconciliación y de acercamiento a la misericordia, que es convocado de forma ordinaria cada 25 años.
Y hoy junto con las comunidades parroquiales y todo el pueblo de Dios, hemos sido convocados para iniciar el Jubileo ordinario por la redención de Cristo, y agradecemos a Dios su obra redentora; disfrutamos de un amor infinito que nada ni nadie nos puede dar, que nada ni nadie puede igualar.
Qué importante es descubrir cómo el Espíritu Santo ha querido que la Iglesia fundada por Cristo inicie este Año Jubilar, y encontramos así en el Evangelio, el fundamento de toda sociedad, en lo psicológico, en lo social, en lo civil, en la fe, la familia, la verdadera familia fundada según la estructura que Dios le ha dado, Dios Creador, y que siempre va a ser entonces una base de la alegría, de la plenitud de todo ser humano.
Qué triste sería que tu familia se quedara solamente con lo ordinario. Por más extraordinaria que parezca la cultura consumista actual, egoísta, y que solamente busca ciertas situaciones, el estar bien en algunas cosas, desinteresarse del prójimo, no aportar a alguien que sea un buen ciudadano a la sociedad, o tener algunas comodidades y bienes económicos.
Quedaríamos limitados a un modelo de familia según la cultura, pero no según y plenamente como lo quiere Dios. La sagrada familia, tu familia, porque así la consideras, hermosa, bella, la amas, la cuidas, debe ser según esa imagen de Dios.
Por eso nuestras familias deben vivir algo más, y algo más desde Dios, algo más pleno, algo más que fortalezca la dignidad de cada persona, algo más que los haga incluso extrañarse.
En este final de año, les deseo que nuestro Señor les acompañe y bendiga sus familias, sus trabajos, sus escuelas.
Feliz Año Nuevo