Una ciudad ha inspirado a grandes artistas para componer canciones que describen, en buena medida, lo que es su gente, sus calles y su cotidianidad. Como pocas veces, la Ciudad de México ha quedado plasmada de manera indeleble en el imaginario popular gracias a melodías que la retratan, la preservan y la proyectan al futuro.
Cada esquina tiene su propia tonada y cada barrio una letra esperando a ser descubierta. No es casualidad que esta ciudad sea la musa eterna de compositores que la han inmortalizado en canciones que siguen sonando en radios, bocinas, serenatas y fondas.
Es una ciudad que es chinampa en un lago escondido, como lo dijo Guadalupe Trigo en la inolvidable "Mi Ciudad", una carta de amor a la capital que todavía eriza la piel. Porque sí, la Ciudad de México tiene ese efecto: puede ser agotadora, caótica y exasperante, pero también es profundamente entrañable. Trigo cantó a los edificios y los paisajes, al alma misma de esta enorme metrópoli, a su gente y a su espíritu, a su esencia.
Chava Flores, con su estilo único, nos regaló crónicas musicales que son casi un archivo histórico de toda una época. Sábado Distrito Federal" es más que una canción, es un espejo sólido que refleja las esperanzas, desilusiones y el ingenio de la hoy Ciudad de México. En sus letras, la vida cotidiana de una ciudad caótica y vibrante queda atrapada en versos chispeantes y a veces dolorosamente reales.
Callejones, vecindades, panaderías, esquinas, calles, barrios, colonias, todo cabe en las canciones que nos arrancan sonrisas que acompañan las historias, anécdotas y, ¿por qué no? algunas vivencias.
¿Y qué decir de los músicos contemporáneos? La tradición sigue viva. Desde Café Tacuba con su "Chilanga Banda", hasta Natalia Lafourcade en "Ciudad Hermosa", cada generación de artistas encuentra en esta metrópolis un rincón, un atardecer o un puesto de tacos que merece una estrofa.
La Ciudad de México es eso: una melodía interminable. En sus mercados, en sus avenidas atascadas y hasta en el sonido metálico del Metro, hay un ritmo constante que cualquiera con oído atento puede notar. Aquí, el mariachi le canta a Garibaldi, los organilleros siguen llenando de nostalgia las calles del Centro Histórico. y los trovadores aún se suben a los camiones y al Metro (grandote, rapidote y limpiote, Chava Flores dixit) con su guitarra al hombro.
También es una ciudad de luchas y movimientos sociales que encontraron su voz en la música. Canciones como "La Maldita Vecindad" con "Kumbala" o el poder inigualable de "Gimme Tha Power" de Molotov, que son himnos que resuenan en marchas, conciertos y plazas públicas.
En cada una de estas letras, la Ciudad de México nos recuerda que su esencia es sonora, vibrante y eterna. Las canciones no solo la describen, la habitan. Nos recuerdan que, a pesar de sus fallas, el caos y las mañanas frías de tráfico interminable, la Ciudad de México siempre encontrará una forma de colarse con una tonada pegajosa de fondo.