El canciller alemán, Olaf Scholz, perdió este lunes una moción de confianza después de tres horas de debate en el Parlamento que anticipan una dura campaña electoral, de cara a los comicios anticipados previstos para el 23 de febrero, por los reproches mutuos entre los antiguos socios de la coalición de Gobierno y ataques al principal rival de la oposición.
Un total de 394 diputados de 717 que depositaron su voto le negaron la confianza al político socialdemócrata, 116 se abstuvieron y 207 votaron a favor de su continuidad.
Después, Scholz se dirigió al Palacio de Bellevue para pedir al presidente germano, Frank-Walter Steinmeier, la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones siete meses antes de lo previsto.
Antes de conducir los escasos metros que separan el Parlamento de Bellevue, Scholz pidió durante un discurso de 25 minutos a los votantes su confianza, a sabiendas de que iba a perder la moción.
Durante las casi tres horas posteriores de debate, Scholz disparó contra su exministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, al acusarle de haber dinamitado la coalición con su "sabotaje permanente" desde dentro, y contra el líder conservador, Friedrich merz, que encabeza las encuestas de intención de voto.
Scholz consideró que un líder debe tener "madurez moral", "decencia", "sensatez" y "seriedad", tanto para reactivar a la economía como para lograr la paz en Ucrania, al acusar a Merz de querer elevar la edad de jubilación por encima de los 67 años y de poner en riesgo la seguridad de Alemania con su propuesta de enviar misiles de largo alcance Taurus a Kiev si Rusia rechaza un alto el fuego.
Merz criticó la cautela del canciller al sentenciar que Alemania debe "estar en condición de defenderse para no tener que defenderse".
Grandes diferencias en economía
Una línea divisoria entre Gobierno y oposición fue la economía, sobre todo el gasto y las inversiones públicas, para lo cual Scholz y su Partido Socialdemócrata (SPD), junto con Los Verdes, quieren reformar de forma limitada el freno a la deuda, que exige que el déficit no supere el 0,35 % del PIB anual, frente al rechazo frontal de los liberales y el escepticismo de los conservadores.
Otro choque de posiciones tiene que ver con las diferencias en materia de política social, en donde la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermana Unión Socialdemócrata (CSU) y el FDP proponen recortes.
Scholz recordó que había ganado las elecciones en 2021 con el lema "Respeto" y añadió que "no sólo merece respeto el que gana 200.000 euros al año, sino también el que trabaja cada día cobrando el salario mínimo", que propuso aumentar a 15 euros desde 12,41 euros.
El canciller recordó que Alemania debe hacer frente a inversiones en infraestructura y digitalización, tendrá que ganar en competitividad frente a China y EEUU y asumir otros gastos, como el pago de los créditos asumidos tras las inundaciones en 2021 o el aumento del presupuesto de Defensa, pero no en detrimento de la sociedad.
Merz le replicó que éste dejaba "el país en una de las mayores crisis ocurridas tras el final de la Segunda Guerra Mundial" y que ahora quiere hacer creer al país "que hay que seguir así, que hay que endeudarse a expensas de la generación de jóvenes y gastar más".
Advertencias al futuro Gobierno
No obstante, en medio de un debate bronco, todos son conscientes de que el próximo Gobierno seguramente también será una coalición en la que será preciso hacer compromisos.
"Mientras nosotros nos ocupamos de nosotros mismos el mundo sigue girando. Tenemos un momento de inseguridad en momentos en que se necesitaría seguridad. Es correcto abrir el camino para haya nuevas elecciones, pero muchos creen que las nuevas elecciones lo resolverán todo y eso no es así", dijo el ministro de Economía y candidato a la Cancillería de Los Verdes, Robert Habeck.
"Nada garantiza que tras las nuevas elecciones la formación de un nuevo Gobierno sea rápida ni que el nuevo Gobierno vaya a trabajar sin tropiezos. Es improbable que la CDU, el SPD o Los Verdes tengan mayoría absoluta, por lo que habrá una constelación en la que todos los actores deberán saltar sobre su propia sombra", agregó.
La amenaza ultraderechista
La candidata a la Cancillería de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, cuyo partido ocupa el segundo lugar en las encuestas, atacó sobre todo a Merz, al aseverar que elegirlo a él implicaba elegir la guerra y que elegirlo a él y de paso también a Habeck es prolongar la agonía económica del país.
Weidel se anticipó así a una posible coalición entre la CDU/CSU y Los Verdes.