Miércoles 11 de Diciembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

La música del barrio

Jorge Chessal Palau | 11/12/2024 | 03:30

HAY UN RINCÓN EN CADA CIUDAD donde el alma del barrio se viste de música, cerveza, tequila y nostalgias. Las cantinas, esos otrora templos urbanos del bolero y la ranchera han sido desde siempre los refugios donde la vida se canta y se llora al ritmo de un "Amor Eterno" o un "Reloj".

PERO, COMO SI FUERA melodramático villano de telenovela, la gentrificación ha entrado al ruedo, lista para desterrarlas.

ESTA PALABRA QUE DE PRONTO escuchamos cada vez más, designa el proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo.

HOY, DONDE ANTES HABÍA SILLAS de madera desgastada, mesas llenas de botanas y un desvencijado aparato de sonido, ahora encuentras cafeterías que ofrecen bebidas con nombres que son impronunciables ejercicios de memoria y que, ocasionalmente, hasta café venden.

LAS CANTINAS ERAN MÁS QUE UN lugar para beber; eran el confesionario del barrio. Allí se hablaba de amores perdidos, sueños rotos y hasta goles mal cobrados. Ahí se tarareaba "La media vuelta" con un par de tragos encima, jurando que esa canción fue escrita para el improvisado cantante.

SIN EMBARGO, CON LA LLEGADA de la gentrificación, estos espacios se han ido desplazando igual que las familias que hicieron del barrio un hogar.

EL BOLERO, ESE GÉNERO DE LA pasión desbordada y el drama indispensable, se queda sin su hábitat natural.

EN SU LUGAR APARECEN BARES "de concepto" con complejas decoraciones y tragos que llevan más ingredientes que una receta de mole.

Y AUNQUE SUENE DIVERTIDO probar un margarita con espuma de jengibre y chile piquín, admitámoslo: ese no es el ambiente para un buen "Cucurrucucú Paloma".

LA PARADOJA MÁS GRANDE ES que la gentrificación no mata el bolero ni la cantina; simplemente los reinventa en su versión gourmet. Ahora, algunos restaurantes de lujo te ofrecen una noche de "experiencia cantinera" con música en vivo y botanas "revisitadas".

CLARO, TODO POR EL MÓDICO precio de lo que antes costaban cinco rondas para ti y tus amigos. Es como si intentaran embotellar la nostalgia y venderla con etiqueta premium.

LO QUE NO SE ENTIENDE ES QUE el encanto de las cantinas no está en la estética, sino en su autenticidad. Es en ese cantinero que te sirve tu cerveza antes de que la pidas o el tipo que canta a todo pulmón sin importar que nadie le haya dado el micrófono.

ALGUNOS BARRIOS HAN comenzado a resistir, haciendo de sus cantinas un espacio de memoria y reunión. En estas trincheras del buen beber, las tradiciones siguen operando, las tortillas se sirven calientes y la música resuena como una declaración de principios: el bolero nunca muere, pero necesita un lugar donde vivir.

LA PRESIÓN INMOBILIARIA ES fuerte, y muchas cantinas han cerrado sus puertas sin fanfarria ni duelo. Pero las que resisten nos recuerdan algo esencial: los barrios no son sólo edificios, son sus historias, sus canciones y la gente que las canta.

@jchessal