Hace unos días, la influyente revista estadounidense Rolling Stone publicó una nota donde da por hecho que, una vez que el “hombre de negocios fracasado, un lavabo de oro que ha quebrado en siete ocasiones”, según la escritora estadounidense A.M. Homes, pero que hoy es un exitoso político, Donald John Trump, se convierta en el presidente número 47 de los Estados Unidos a partir de enero de 2025, pondrá en acción su decisión de invadir México. Esto, bajo el pretexto del fentanilo y los cárteles de la droga que operan en nuestro país. La citada nota menciona que Trump aún está en el dilema de qué tan agresiva o suave debería ser esa invasión.
Y aquí vamos de nuevo con las reinvenciones de cada nuevo gobierno, en cualquier parte del mundo, como si los "gabachos" (estadounidenses) no hubieran estado operando en México y toda América Latina con el pretexto de esa guerra "inventada", quizás formalmente desde 1971 por Richard Nixon, el presidente caído por el escándalo de Watergate. Desde entonces, Nixon, el 37º presidente de los Estados Unidos, declaró que el enemigo público número uno de su país eran las drogas, por lo que era necesario invertir todos los recursos posibles para erradicar a ese “enemigo”.
A más de 50 años de ese fatídico anuncio, la "guerra contra las drogas" no solo ha fracasado, sino que ha dejado un saldo de muertos y víctimas en ambos lados de la frontera. Y no es solo un fracaso de las autoridades estadounidenses; es también un problema que afecta a todo el continente americano y, principalmente, a México. De hecho, la frase que tanto comentamos de “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, parece tener más razón y fundamento cada día.
Esa guerra inventada, que en México replicó desafortunadamente el ex presidente Felipe Calderón, ha tenido, como parece, pocos ganadores: los fabricantes de armas estadounidenses. Según un informe de la organización Stop US Arms to Mexico, titulado “El Río de Hierro de Armas a México”, en las últimas dos décadas, la guerra contra el narcotráfico se ha visto escalada por el flujo ilegal de armas provenientes de los Estados Unidos, que, con la expiración de la prohibición federal de venta de armas de asalto en 2004 en ese país, encontró un próspero mercado en México, en el contexto del combate al narcotráfico, iniciado en 2007 por el gobierno de Calderón.
De acuerdo con datos preliminares de INEGI, entre enero y diciembre de 2023, en México se registraron 31,062 homicidios, de los cuales el 70% fueron provocados por el uso de armas de fuego. Es evidente que, sin control sobre el tráfico de armas, la violencia continuara escalando en nuestro país, afectando principalmente a las comunidades más vulnerables.
Sin duda, la sociedad mexicana y nuestros gobiernos tienen tareas pendientes y responsabilidades en lo que respecta a la seguridad ciudadana, pero también es cierto que el entorno internacional debe ser considerado como un factor que contribuye a nuestra crisis. La guerra fratricida que vivimos, alimentada por intereses externos, no nos está llevando a ninguna parte, salvo al detrimento de la paz social y a una creciente desconfianza que impide la construcción de un Estado de derecho efectivo. Este, a su vez, se traduce en un entorno social y económico poco favorable para el desarrollo de nuestra nación.
Los estadounidenses y sus gobiernos están en todo su derecho de seguir inventando las guerras que deseen, para justificar su descomposición social y mantener pujante el negocio de las armas, que representan billones de dólares, aun a costa de la vida de sus propios ciudadanos. Sin embargo, lo que resulta lamentable es que, en esta ocasión, los algoritmos de X (antes Twitter), bajo la tutela del africano Elon Musk, parecen querer culpar a México por la degradación social y educativa de su país adoptivo.
Recientemente, durante una de sus mañaneras, la presidenta de México,la Dra. Claudia Sheibaum, hizo alusión a la unidad y fortaleza familiar de nuestra sociedad mexicana. Algunos se burlaron de sus palabras, mientras que otros quizás no comprendieron el verdadero mensaje. Si no entendemos que solo en unidad, y reforzando la educación cívica, familiar e intelectual (y por qué no, espiritual) de nuestros jóvenes, podremos alejarlos de los peligros y falsas tentaciones de las historias y telenovelas sobre los "señores" que surcan cielos en aviones impunemente, rodeados de lujos y cómplices de autoridades corruptas, seguiremos en la ruta de implosión de la célula social más importante del ser humano: la familia.
En el fondo, lo que se está jugando aquí es la supervivencia de una sociedad coherente, sana y enraizada en valores fundamentales que nos permitan enfrentar no solo las amenazas externas, sino también las internas que nos minan desde dentro. México no es el responsable de los problemas sociales y económicos de Estados Unidos, y mucho menos de los dramas que se desarrollan en su interior, alimentados por la venta de armas y el tráfico de drogas que ellos mismos fomentan. Es hora de que, como nación, hagamos frente a nuestra realidad, sin miradas hacia afuera que intenten responsabilizarnos de lo que no hemos causado.
Es urgente que comprendamos que la violencia, la inseguridad y la descomposición social que vivimos no solo son el resultado de los factores internos, sino también de una relación desigual con el vecino del norte, cuyas políticas externas continúan afectando nuestro bienestar. Si no actuamos con firmeza y unidad, los intereses de otros seguirán imponiéndose sobre los nuestros.Lo que está en juego, no solo es la soberanía de México, sino también la integridad de nuestra sociedad mexa.
“La gente no está interesada en la verdad igual que antes. Están encerrados en una ideología”
Palabras dichas por el periodista Carl Bernstein, en una reunion de aniversario en el Washington Post ,sobre la revelacion de los actos ilicitos del caso Watwrgate, que provoco la salida de Richard Nixon.