José Luis Solís Barragán | 30/11/2024 | 13:02
EN 1996 MIGUEL ALEMÁN Velasco publicó su novela titulada “Si el águila hablará”, una novela que permitía tratar de entender el ejercicio del poder desde la figura del Titular del Ejecutivo, para ello se permitió establecer que cada año del sexenio, las personas detentadoras del poder eran víctimas de un síndrome que regía su actuar como presidentes de la República.
EL PRIMER AÑO SE VIVÍA EL síndrome de los “Santos Reyes o Santa Claus”, porque todo lo quieren resolver personalmente; el segundo año ante la realidad de la imposibilidad de hacerlo, llegaba el síndrome del “Coordinador”, porque comenzaba a delegar funciones; el tercer año se creían “Mesías” porque era todo aquello que México esperaba; para el cuarto año el síndrome de “Harún Al Raschid”, por comenzar el cuento de las mil y una noches; para el año previo al fin del sexenio, son víctimas del síndrome de “Iván el Terrible” por su desconfianza a todo su círculo; y concluye su mandato con el síndrome del “Premio Novel”, porque sienten que el país nunca los valoró.
EN ESTE ESPACIO HEMOS DICHO que el libro es bastante ilustrativo y logra con claridad su objetivo, sin embargo, hemos sostenido que por lo menos en los últimos dos sexenios, el libro ya se encuentra rebasado y no alcanza a explicar a detalle la realidad del sistema político mexicano.
PEÑA NIETO POR EJEMPLO EN dos años recorrió los síndromes de Santa Claus, del Coordinador, del Mesías e incluso se brincó hasta el del Premio Nobel, es decir de asumirse salvador de México con sus reformas estructurales, con el golpe de realidad de Ayotzinapa y el escándalo de la casa blanca, pronto pasó gran parte de su sexenio pensando que México nunca lo apreció, por lo que incluso en su último año, vivió el séptimo del libro, denominado de “Tehuacán… pero sin gas”.
EL SEXENIO DE LÓPEZ OBRADOR fue diferente, la fuerza del presidente permitió que viviera sus más de seis años completos girando entre los síndromes de Santa Claus y el del Mesías; primero al ejercer el poder previo a su mandato por el vacío que dejó Peña Nieto y posteriormente su estilo de gobernar lo convirtió en el centro, incluso ahora que no está presente en la escena pública, por lo que nunca vivió los cinco síndromes restantes.
Y POR TERCER SEXENIO consecutivo, el libro no logra explicar lo que está viviéndose en Palacio Nacional, ya que si bien, la vieja residencia de los virreyes alberga a una presidencia con una amplia legitimidad social, la realidad es que enfrenta un entorno adverso cuando vemos como golpes de realidad que no debía vivir en su primer año, la desestabilizan cuando este debía ser su luna de miel al estrenarse como jefa del Poder Ejecutivo de la Nación.
EN MENOS DE UN AÑO, LOS excesos de un poder concentrado y desbordado de las bancadas morenistas en el Congreso de la Unión han propiciado presiones económicas, derivado de reformas que muestran un retroceso institucional y que comprometen el crecimiento económico e incluso acuerdos comerciales que son fundamentales para el desarrollo nacional.
EN POCO TIEMPO, LOS problemas de inseguridad siguen mostrando un Estado rebasado, la estrategia anterior no funcionó y la actual no muestra un cambio de fondo que permita pensar que los índices comenzarán a disminuir, sobre todo cuando se habla de gobernadores de la alianza dominante, coludidos con el crimen organizado.
SUMADO AL COMPLEJO escenario interno, vemos que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos solo agrava la situación de la Titular del Ejecutivo Federal, y es que con todo lo que tiene enfrente se suma a tener que enfrentar a un bravucón de cantina, pero que ahora cuenta con una legitimidad que termina por hacerlo más peligroso.
EN ESTE MOMENTO, NI SIQUIERA logramos dimensionar qué síndrome puede estar padeciendo Claudia Sheinbaum, por un lado, podría ser el de Iván el Terrible al desconfiar de todos aquellos que en realidad tienen su lealtad fuera de Palacio Nacional; por otro lado, frente a la ciudadanía se muestra el síndrome de Santa Claus; y por otros momentos incluso pareciera que se está inventando un síndrome que implique una mezcla de varios de los señalados por Miguel Alemán.
LOS SÍNDROMES NOS AYUDAN A entender qué viven los ocupantes de Palacio Nacional, pero la realidad es que lo que más esperamos, es ver a una presidencia sólida que permita que México avance en la ruta correcta, que no estemos cumpliendo caprichos y ocurrencias de nacionales y extranjeros; y se requiere entender que el poder es algo más allá de una banda, el poder requiere ejercerse o de lo contrario, se generan vacíos que alguien deberá llenar; y ante la turbulencia, no hay espacio a los vacíos.
@josesolisb