Jueves 28 de Noviembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
espectáculos

Moana 2: Pobre en narrativa, rica en efectos

Agencia Reforma | 28/11/2024 | 09:10

"Un ojo al gato y otro al garabato", aplica perfecto en la era multipantalla. La estimulación visual inicia con bebés consumiendo contenido digital, continúa con adolescentes catatónicos y termina con adultos hipnotizados por los interminables videos que el algoritmo arroja en redes sociales (y a quien no le haya pasado, que tire la primera piedra).
 
 ¿Qué estímulos se reciben con Moana 2?
 
 Moana llega, cantarina, a bordo de su camakau, platicando con su amigo el océano y rememorando aventuras con el semidiós, Maui. Pero un festejo en su aldea detona una visión: o se embarca de nuevo, desafiando peligros, o su hogar está condenado a extinguirse.
 
 En un año de hartas secuelas, llega ésta ocho años después. La primera cinta no causó la sensación absoluta de Frozen, pero igualmente creó un moderado fandom e impacto, sobre todo en términos musicales.
 
 Primero, lo bueno: aquí también hay una gran animación, detallada y luminosa, que se engolosina con todas las hermosas vistas de la Polinesia y que, al igual que su precuela, homenajea a la cultura local, costumbres y ancestros.
 
 La película del 2016 introdujo a una protagonista fresca, quien se convirtió en una digna heroína de Disney. Pero pertenecer al universo de las princesas implica cuidar la marca.
 
 Así que ahí inician las limitantes; se evitan riesgos y se aseguran estereotipos: el señor mayor, el joven simpático pero inmaduro y al gallo Heihei se suma un puerquito, a manera de patiños. Hay buenos momentos y diálogos simpáticos.
 
 Lo malo es que la narrativa, ya de por sí diluida, queda sepultada por un tsunami de efectos y canciones que brotan a la menor provocación. Todo acompañado de una edición tan vertiginosa -¡volcanes!, ¡mar embravecido!, ¡espirales!- que, más que acompañar a la trama, nos distraen de la misma.
 
 Por lo que volvemos al inicio: esta colorida cinta estimula a raudales. Pero tanta marejada -lo siento, papás- la deja a una, mareada.