Ana Paola Dávila | 17/11/2024 | 08:05
El estreno de la esperada serie Como agua para chocolate, ya disponible en HBO, tiene entusiasmados a los muchos fans del libro original de Laura Esquivel, publicado en 1989, y de la película de 1992.
La historia, centrada en la trágica protagonista, Tita, habla de romance, historia y frustración. Pero lo que realmente engancha, lo que le da vida a la narrativa, es la comida. Su descripción, preparación y, especialmente, la manera en que cada platillo desata emociones en los personajes, demuestran la antigua creencia de que ponemos nuestras emociones en lo que cocinamos, y que eso que sentimos se transmite a través de nuestros platillos. Sin spoilers, solo puedo recomendarles esta serie y esperar que la disfruten.
Como agua para chocolate llega al mundo televisivo en el momento más adecuado. En los últimos años, hemos sido testigos de una revolución en series y películas donde la comida juega un papel crucial, y ya no es un simple acompañamiento en la trama.
Anteriormente, la norma era que la comida se tratara como un elemento secundario en el cine, un “extra” que añadía realismo a las escenas, pero sin protagonismo propio. Sin embargo, películas como Ratatouille y Sin reservas, junto con series como Chef’s Table y The Bear, han cambiado esta percepción, demostrando que el gusto por comer también se transmite por los ojos.
La conexión emocional que se logra a través de la comida en pantalla tiene un poder único. Un platillo puede ser el puente para entender una cultura. En Chef’s Table, disponible en Netflix, el espectador no solo observa técnicas y preparaciones culinarias, sino que es transportado a la Intimidad de cada chef. Cada episodio cuenta una historia personal, vinculada profundamente a su gastronomía. Los ingredientes y las preparaciones se vuelven una expresión de la personalidad del chef, y cada platillo, un reflejo de sus experiencias de vida.
Igualmente hemos visto un resurgimiento de documentales gastronómicos, los cuales capturan, casi poéticamente, el proceso de creación de un platillo. Street Food, otra serie de los creadores de Chef’s Table, nos lleva a las calles de distintas ciudades del mundo, donde la comida rápida y sencilla revela historias tan profundas como las de los mejores chefs. Nos recuerda que la grandeza de un platillo no está solo en su técnica o en su presentación, sino en el amor y la dedicación con la que se elabora.
Este cambio en la manera en que el cine y las series abordan la comida responde, en parte, a un interés social creciente por el buen comer y la conexión que tenemos con lo que consumimos. Los espectadores actuales quieren experiencias sensoriales. Este tipo de producciones nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con la comida y a descubrir el valor emocional que puede tener un plato.
La relevancia de la comida en el cine ha crecido porque, finalmente, estamos empezando a reconocer su impacto en nuestra identidad y en nuestras relaciones. La gastronomía se ha convertido en un lenguaje universal. Así como un buen libro puede transportarnos a otro tiempo y lugar, una película o una serie sobre comida puede hacernos sentir una conexión especial con sabores y aromas que, aunque tal vez nunca hayamos probado, se sienten familiares.
Como agua para chocolate viene a recordarnos precisamente eso. La historia de Tita y su conexión con la cocina es la muestra de cómo la comida puede ser nuestro escape y nuestro medio de expresión. No es solo un tema de habilidad culinaria; es una forma de decir lo que las palabras no logran transmitir, de dar y recibir amor.
El cine y la televisión han comenzado a utilizar la comida como un símbolo poderoso, capaz de unir a los personajes y, por supuesto, a los espectadores con la historia. Hoy, más que nunca, la comida en pantalla nos emociona, nos mueve y nos hace recordar que la gastronomía es mucho más que la suma de sus ingredientes.