Claudia Guadalupe Martínez Jasso. | 16/11/2024 | 12:59
El condicionamiento en el amor, en la libertad, en el Ser, han sido parte del adiestramiento al que en ocasiones tristemente le llamamos educación. ¿En dónde empieza y en dónde termina la línea entre la guía, la protección y la siembra psíquica de las virtudes en las infancias y la represión, imposición y castración del ser esencial en los niños y niñas? Si para poder disfrutar de la vida, antes tenemos que ganarnos dicho gozo, si en ocasiones los espacios de desarrollo han sido basados en el miedo al castigo y la culpa ha sido la semilla que ha sido sembrada en el profundo inconsciente, ¿Cómo es que podríamos creer que merecemos lo mejor y naturalmente bueno, bello y verdadero de este planeta? No hay nada más saludable que los límites y buen encause a nuestra naturaleza arcaica e instintiva, al aprendizaje del control de los impulsos y del dolor como maestro para experimentar la empatía y no hacer daño a los otros, sin embargo, si somos sinceros(as) podemos darnos cuenta de las valijas enormes y pesadas que la mayoría podríamos llevar en las espaldas, por creencias arcaicas de una formación y desarrollo psíquico, intelectual, emocional y hasta físico.
Creer que un Ser humano, con toda su sensibilidad, puede absorber el conocimiento y estar o ser motivado para el aprendizaje a partir de amenazas o también rigidez y represión es incluso absurdo. Sin embargo, así ha sido y aceptar lo que es con una mirada amorosa, nos libera. Antes no nos sentábamos a reflexionar sobre el conocimiento profundo del otro en su autenticidad.
Cada persona es absolutamente diferente al resto, con una inteligencia o varias, distintas a las de los demás, con una forma de sentir, vivir y expresar el amor de manera distinta, con sus condiciones mentales y con las cargas transgeneracionales que le convierten en un Ser especial.
El todos deben pensar, sentir, vestir, actuar y desenvolverse de forma idéntica nos corta las alas y también lamentablemente las raíces. Por supuesto, no se trata de ninguna manera de reclamar o criticar, sino que de ir hacia adentro y darnos cuenta de cómo hemos sido programados(as) y como lo estamos haciendo con los más pequeños(as).
Dejar de repetir la imposición, el control, la coerción solamente puede ser posible si lo logramos con nosotros mismos(as), porque hay que recordar que, a nivel inconsciente, hacemos lo que nos hicieron. ¿Cómo puedo acompañar a mis hijos, alumnos, pacientes, sobrinos, nietos etc. a volar, si mis alas están rotas? ¿Cómo puedo transmitirles libertad, criterio propio, madurez y la alegría de vivir si yo aún vivo en una cárcel mental? En otras palabras, si hemos sido castigados, por no ser idénticos a la tribu, por pensar diferente, tener deseo propio o desear experimentar el propio vuelo; ¿A caso no es lo más lógico que nos auto-castiguemos y auto-saboteemos? ¿Es que podemos llegar a encarnar las virtudes a través de los vicios de carácter? En efecto, no.
Para crear un camino de desarrollo en todos los sentidos, tendríamos que llevar en las entrañas del Alma, de la psiquis, la certeza y la Sabiduría de sabernos merecedores por el simple e infinito hecho de existir. Creer que debes, que tienes que ganarte el amor de los otros, que depende de ciertas características sociales o de nacimiento que puedas o no, que merezcas o no acceder a la providencia, la prosperidad, la abundancia, el éxito en lo material y en lo espiritual es el resultado de una repetición transgeneracional de muchos, muchos antaños.
El miedo y la culpa nos llevan rápidamente hacia el desmerecimiento y con ello a cerrar las puertas a la felicidad. ¿Has sido visto(a)? ¿Te consideras una persona valiosa? ¿Necesitaste hacer méritos para recibir cariño? ¿Piensas que otras personas no merecen? Si nos olvidamos del disfrute, del placer, de la contemplación, de divertirnos, por supuesto que sanamente, pero si para llegar a un punto de relajación y gozo, entonces, ya no estamos viviendo.
No tienes que ganarte el descanso, éste es parte importantísima de los buenos hábitos, es de hecho fundamental. Mereces ser amado(a), ser prospero(a), realizarte en tus dones y pasiones, experimentar la salud. Mereces buenas oportunidades, elogios y felicidad. Mereces todo aquello que sueñas experimentar, porque todos esos pensamientos son ideas que vienen directamente de tu Espíritu, para que las manifiestes y te expandas en Conciencia. Eres digno(a) de todo aquello que te hace sonreír.
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta.