La "docefobia" proviene de "doce" y el término se usa desde 2012, luego de aquellas teorías conspirativas que decían que el fin del mundo llegaría en 2013
Con tantas películas y series que hacen alusión al Apocalipsis, con destrucciones, inundaciones e invasiones extraterrestres, ¿te parece extraño que desarrolles “docefobia”? Esta curiosa fobia consiste en el miedo intenso al fin del mundo, siendo más recurrente en personas que han leído el último libro de la Biblia o que constantemente reciben información, verídica o no, de que “el fin se acerca”.
Y como cualquier otra fobia, este temor puede volverse irracional, provocando síntomas psicológicos de angustia, ansiedad, depresión, que además se reflejan en tu cuerpo al no poder conciliar el sueño, en la falta de apetito, dolores de cabeza y afecciones cardiacas.
Por cierto, se le llama “docefobia” porque proviene de “doce”. Este término se empezó a utilizar a partir del año 2012, luego de aquellas teorías conspirativas y paranoicas que afirmaban que el fin del mundo llegaría en 2013. De hecho, también se le considera un “miedo intenso al futuro”.
Una investigación de la Universidad Autónoma del Estado de México, realizada en 2010, reveló que las mujeres y los menores de edad son más propensos a desarrollar “docefobia”, que durante dicho estudio, simplemente se le llamaba “temor a la idea del fin del mundo”.
Rogelio Villarreal, terapeuta y consultor en adicciones en México, comentó a Publimetro que el miedo más común es a la muerte, incluso más que al “fin del mundo”. Es decir: ¿Qué va a pasar conmigo después que muera? ¿Iré al cielo, al infierno o nada de esto existe? ¿Me salvará el Dios viviente?
No obstante, el experto aclara que esta fobia no tiene nada de especial en comparación con las demás, por lo que la considera una más y no requiere de un tratamiento exclusivo, sino de las tradicionales terapias cognitivo-conductual.
Cómo controlar el miedo intenso al fin del mundo
Joaquín Pereira, jefe de Investigación de los Servicios de Atención Psiquiátrica de México, apunta que la preocupación por el fin del mundo, cuando no hay una disminución productiva, no representa un problema.
Divagar sobre este tema puede generar angustia porque es profundo y desconocido, pero está dentro de lo normal. Además, forma parte de charlas interesantes, amenas, según cómo se desarrolle, y pudiera despertar en ti el deseo de continuar investigando.
Pero cuando se produce una preocupación constante, que te trastoca los pensamientos todo el día, te incomoda y te impide hacer una vida normal en tus hábitos cotidianos, lo correcto es que busques ayuda profesional. Incluso, es recomendable conseguir un especialista en fobias.
Cuando una fobia, la que sea, genera la mayoría de síntomas que derivan de la ansiedad o depresión, la ayuda psicológica es fundamental. Y lo más importante, siempre, es el primer paso de reconocer: Esto no está bien.