María Aranzazu Puente Bustindui | 13/11/2024 | 10:13
Estimadas amigas y amigos de plano informativo, con el reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, México enfrenta un panorama de incertidumbre que exige estrategia, precaución y, sobre todo, preparación. La llegada de un mandatario con un historial de amenazas y actitudes confrontativas hacia México abre la puerta a una serie de retos en distintos frentes: desde la política migratoria y de seguridad hasta los temas comerciales enmarcados en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Será crucial que nuestro gobierno actúe con una visión estratégica para defender los intereses nacionales y proteger a nuestros connacionales ante posibles embates.
El discurso de Trump hacia México durante su campaña fue contundente y, en algunos momentos, alarmante. Su propuesta de realizar deportaciones masivas de migrantes y fortalecer las fronteras con medidas extremas puede convertirse en un golpe directo para millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Si Trump cumple su promesa de una política migratoria radical, la presión sobre nuestro país se intensificará, afectando tanto a las familias de aquellos que sean deportados como a la economía mexicana, que depende en gran medida de las remesas enviadas por quienes residen en el vecino país del norte. Esto plantea un desafío para México: la defensa de los derechos de nuestros connacionales requerirá una diplomacia hábil y una red de apoyo más sólida en los consulados para enfrentar cualquier ola de deportaciones.
Otro tema espinoso es el combate a los cárteles. Trump ha insinuado la posibilidad de una intervención directa en territorio mexicano, sugiriendo que no dudaría en tomar medidas unilaterales en caso de que nuestro país no cumpla sus expectativas en el combate al crimen organizado. Esto no solo violaría la soberanía nacional, sino que también podría desestabilizar aún más ciertas regiones. ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar el presidente estadounidense en esta cruzada? Y, lo que es más importante, ¿cuál será la postura de México si se intenta forzar una colaboración que cruce los límites de nuestra autonomía? El gobierno mexicano tendrá que manejar este tema con suma cautela para evitar una situación de intervención o conflicto que complique aún más la lucha contra el narcotráfico.
Por otro lado, el TMEC, pilar de la relación económica entre ambos países, enfrenta también una posible etapa de tensión. Durante la campaña, Trump volvió a mencionar la necesidad de renegociar acuerdos comerciales que, según él, "perjudican a Estados Unidos", y no dudó en amenazar con imponer aranceles a productos mexicanos. Un movimiento de este tipo no solo sería devastador para sectores industriales clave en nuestro país, sino que también iría en contra de los principios de una relación comercial estable y saludable. La postura del gobierno mexicano ante esta amenaza será crucial: debemos reafirmar que el comercio entre ambos países no es un juego de suma cero, sino una cooperación de beneficio mutuo. Esto requerirá de un equipo negociador que defienda con firmeza los derechos que México ha adquirido en el marco del TMEC y que busque evitar cualquier medida arbitraria que atente contra la estabilidad económica de la región.
En el escenario político, los nombres que empiezan a sonar para formar parte del gabinete de Trump no aportan calma. Los perfiles ultraconservadores y de línea dura que podrían integrarse en puestos clave, sobre todo en las áreas de política exterior y seguridad, no auguran una relación diplomática sencilla. México tendrá que trabajar en crear canales de comunicación y diálogo constructivos para gestionar este posible endurecimiento de la política estadounidense hacia nuestro país. El reto no será menor, pero es imperativo buscar puntos de coincidencia que permitan construir acuerdos que eviten conflictos y protejan los intereses mexicanos.
El camino a seguir para México no será sencillo. Habrá que sortear amenazas e imposiciones que podrían desestabilizar la relación bilateral y poner en riesgo nuestra economía, seguridad y la tranquilidad de nuestros connacionales en Estados Unidos. No obstante, también es una oportunidad para fortalecer nuestras capacidades diplomáticas y buscar una postura más asertiva en el escenario internacional. México no puede permitirse depender completamente de los vaivenes políticos de Estados Unidos. Este momento es, sin duda, una llamada de atención para diversificar nuestras relaciones comerciales, fortalecer la economía interna y, sobre todo, proteger a nuestros ciudadanos dondequiera que se encuentren.
Pero, más allá del riesgo que pueda representar Trump, la mayor amenaza radica en las políticas de nuestro propio gobierno y en las decisiones en política exterior que este mismo propicie. Es fácil culpar a Washington de nuestros males y buscar en el norte la raíz de todos los problemas; sin embargo, la incompetencia y falta de dirección en política exterior que ha mostrado el gobierno mexicano en los últimos años, son, en gran medida, nuestro propio problema. La falta de visión y de una estrategia clara desde el gobierno mexicano no solo nos coloca en una posición vulnerable frente a Estados Unidos, sino que también genera el riesgo de que cualquier paso en falso agrave los conflictos. En vez de abordar estos desafíos con profesionalismo y visión a largo plazo, parece que se confía en discursos vacíos y gestos simbólicos que, en realidad, no ofrecen ninguna solución concreta.
Los tiempos de prueba ya están aquí. Si el gobierno mexicano no es capaz de elevar su nivel en política exterior y actuar con firmeza, Trump será solo uno de muchos obstáculos. Sin una estrategia definida y un liderazgo decidido, será México quien termine por desprotegerse a sí mismo.
Muchas gracias por su atención y lectura. Nos leemos en quince días.
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