Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 10/11/2024 | 03:24
¿Qué es aquello que nos hace sentir seguros? Porque, no podemos confiar en lo que sea.
Y entonces, es bueno preguntarnos: ¿En dónde hemos depositado la confianza? Porque, sin confianza, tampoco hay paz.
Al dudar de todo, nos aferramos a nosotros mismos.
Pero, bien sabemos que el hombre cambia con facilidad; por eso, éste no puede ser digno de confianza.
Recordemos, la advertencia del profeta Jeremías: “Maldito sea aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios aparta su corazón”. ( Jer. 17, 5).
Para vivir con firmeza, es necesario un apoyo. Y, no hay seguridad más grande, que sostenernos en Dios.
Por tanto, hay que arriesgarse a confiar en el ser que no vemos, pero que es la razón de la existencia. Solo así, podemos vivir en paz, el día de hoy.
El Evangelio, nos habla de dos tipos de personas: uno, es el escriba, un hombre que predica la fe en Dios, pero vive aferrado hacia si mismo; atado a los bienes, que no le pertenecen, y sin el valor de abandonarse en Dios.
Por otra parte, está una viuda pobre, que deposita todo lo que tiene, y se abandona en las manos del Señor.
Dice Jesús en el Evangelio: “¡Cuidado con los escribas!...se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos…pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir”. (Mc.12).
Al depositar todo lo que tenía, esa viuda, puso su destino en las manos de Dios.
Ese, es un raro ejemplo de confianza. Sin embargo, los hombres no sabemos vivir en libertad.
Y siempre nos aferramos a lo que no es Dios; para acabar prisioneros de la angustia.
El hombre, tiene miedo de a la libertad. Por eso, se aferra a cualquier circunstancia.
Pero, hemos olvidado, que siempre contaremos con Dios; a pesar de que el futuro es incierto.
Cristo, es la riqueza asegurada.
Ya lo dice el Salmo 26: “ Si mi Padre y mi madre me abandonan, el Señor me recibirá”. ( Salm.26).
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44.
En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».