Claudia Guadalupe Martínez Jasso. | 09/11/2024 | 09:29
Y soltar todo aquello que no está dentro de nuestro control directo. Porque si seguimos con los puños apretados, la mandíbula tiesa y los ojos preocupados, los músculos se contraen, se contracturan y después llega a los órganos internos y se crea un grito profundo, silencioso, que no se alcanza a percibir más que en las noches de insomnio, cuando el mundo duerme.
Soltar es la medicina, soltar es un acto de amor, de benevolencia para con nuestra Alma y nuestra persona. ¿Qué tantas cosas en realidad podemos controlar? Los más grandes y significativos eventos; del cielo bajan. Es la Vida la que tiene las recetas, lo orgánico, el soplo Divino, la belleza de la creación original es de su autoría, por más que nuestro ego nos diga que podemos copiar o recrear su obra magistral. ¿Y si nos inclinamos frente a esa energía suprema que crea bosques, desiertos, mares, e incluso el diseño de nuestros cuerpos?
Alcanzamos a ver muy poco en el camino y eso nos asusta, porque no controlamos del todo el futuro ni podemos cambiar el pasado. Reconfigurarlo discursivamente sí, sanarlo, sí, por supuesto. Pero ya no está. Podríamos abrir las manos, relajar el cuerpo, respirar el Alma y dejar ir. Las lágrimas ayudan mucho, para eso están, allí, acumuladas en nuestros ríos internos, para limpiar y llevarse lo que no pudo ser, lo que no puede ser y lo que no será.
Como humanos nos cuesta mucho aceptar lo que no podemos cambiar, aceptar que a veces no entendemos ciertos misterios y entonces, solo nos queda subirnos al riel de la aceptación y de habitar la incertidumbre, de preferencia como una aventura y no como una condena. Dicen los cuatro acuerdos Toltecas que si tú: Eres impecable con tus palabras, no te tomas nada personal, no haces suposiciones y haces siempre tu máximo esfuerzo, entonces ¿Por qué habrían de existir culpas, resentimientos o torturas mentales? Hay cosas que se salen de nuestras manos. Y con esto no se malentienda que soltar es la indiferencia y la amargura. No. Porque no podemos a manera individual, modificar las conductas y decisiones ajenas en muchas ocasiones destructivas y autodestructivas, pero si podemos decidir soltar lo que y a quien nos hace daño. Podemos elegir como responder ante la adversidad, por ejemplo, jamás abandonándonos, nunca repitiendo los patrones y tradiciones que nos hunden como humanidad.
Podemos elegir soltar creencias anquilosadas, relaciones que enferman, vicios de carácter, lugares o grupos que no están basados en el amor, el orden y la creación de bondad, belleza y verdad. Podemos elegir soltar lo que nos ha sido incrustado como chips en el inconsciente. ¿Quién lo va a hacer por nosotros? Nadie. Pueden ayudarnos, pero es nuestra responsabilidad. Soltar, respirar, relajarse. ¿Qué se siente? Dejar ir el dolor, sintiéndolo.
La mejor aliada en el arte de soltar es la Sabiduría. Porque en esa bendita dama podemos recargar nuestra cabeza y dejarnos guiar por el timón del corazón. Allí. Dime: ¿Qué peligro puede haber? Cuando actuamos con sabiduría, siempre elegimos el bien para nosotros y para otros, somos justos y creativos. No nos mintamos, hay cosas que suceden en esta tierra para las que es sumamente difícil encontrar consuelo, pero cerrar las manos en puños y quedarnos allí, nos hace permanecer en el sufrimiento. Hoy te invito a soltar. ¿Y si practicas el día de hoy con el simple gesto de abrir tus manos? Cuando lo hagas, piensa en todas esas situaciones que te preocupan y entrégalas a la luz Divina, al Amor.
Nuestro Espíritu sí que alcanza a ver más allá. Tiene soluciones que no están grabadas en nuestra mente pequeña. Vivir un día a la vez, dejando al cielo lo que no podemos controlar y dándonos el permiso de desear, soñar, co-crear y darle energía a nuestros anhelos y deseos, es la fe y la confianza en uno mismo y en el Amor de la creación.
La total aceptación no tiene que ver con justificar las acciones destructivas de otros, pero si tiene que ver con no querer cambiarlos. Aceptar lo que es y dejarle a cada quien su responsabilidad, voltearnos a ver al espejo interno y ahora que hemos soltado la ilusión del control, ya con las manos abiertas, recibir, tomar del Cosmos eso que merecemos y crear, amando al deseo propio, para después compartir. Con las manos abiertas puedes acariciar, cocinar, pintar, bendecir, danzar, proveer y abrazar. Y en ese momento en el que estás llorando, abriendo tus manos y dejando ir, deseo para ti que la luz de inmensa grandeza te envuelva y te recuerde la inmensidad de tu Ser, la Unidad y la Verdad.
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta