Alfonso Del Real López | 08/11/2024 | 15:55
El pasado fin de semana, la presidenta de la República, la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, envió una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal que no debemos dejar pasar así nada más, sin analizar, debido a que contiene una serie de consideraciones que marcan la pauta para vislumbrar un posible rumbo que tomará su administración.
Varias son las cosas que la iniciativa contempla, pensando en redireccionar tareas gubernamentales y, a la par, dar luz respecto de la confianza que se deposita en el binomio dependencia-funcionario (considerando la base jurídica administrativa de su desempeño) para que se instrumenten una serie de acciones gubernamentales que atiendan problemáticas, carencias o necesidades específicas, o bien, prioricen determinados temas, ejecuten planes, programas o presupuestos, o atiendan intereses particulares de la administración en turno.
Si usted gusta consultar la iniciativa para que se haga su propio criterio, le dejo la liga para que la revise en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados: https://gaceta.diputados.gob.mx/PDF/66/2024/nov/20241101-I.pdf (Gaceta Parlamentaria, año XXVII, número 6650, viernes 1 de noviembre de 2024, Anexo I, Iniciativa del Ejecutivo federal, con proyecto de decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal). Créame, no tiene desperdicio y vale la pena involucrarse en las consideraciones (exposición de motivos) de la iniciativa en comento.
En otra colaboración para otro medio donde abordé este mismo tema, hacía un matiz que me parece vale la pena retomar, para que Usted, estimad@ lector de Plano Informativo, me acompañe en la perspectiva: “Para las personas como un servidor, cuya formación profesional es precisamente como administrador público, el tema es de harto interés y con muchas perspectivas de análisis, pero déjeme abordar en este momento solamente tres de manera muy simple: la dimensión de derecho administrativo, la dimensión de la forma del ente pública y la de la perspectiva de los funcionarios”.
“Con la primera, debe ser de interés público dimensionar y entender que se perfilan modificaciones al marco normativo del gobierno federal que dará cuenta de hasta dónde (y eventualmente, cómo) determinadas dependencias ejecutarán ciertas tareas [gobierno digital, anticorrupción, seguridad pública, por señalar unos temas]; (…) en cuanto a la estructura o la dimensión del ente público, (…) Estamos acostumbrados a que las dependencias federales tengan alguna clase de representación en las entidades federativas y, con ello, existan espacios de trabajo ordenado, coordinado y dinámico que acerquen las realidades locales al ojo del centro [hay que ver si esas ramificaciones se extenderán a las entidades federativas o continuará una política administrativa centralista]. (…) finalmente, en cuanto a la perspectiva de los funcionarios, es inevitable pensar en que cada área de trabajo en la administración pública está aderezada por la naturaleza, trayectoria, formación y, con todo ello, perspectiva del gobierno y de la administración en turno que tienen los funcionarios destinados para tal efecto. La estructura es una, pero la dinámica se la imponen aquellos que son los responsables de las riendas. Una cosa es la agencia y otra los agentes”.
Pues bien, con eso en consideración (nuevo marco normativo, estructura y funcionarios), la administración pública federal bajo la batuta de la presidenta Sheinbaum pretende dar un giro que implica, entre otras cosas, ampliar las dependencias centrales del gobierno federal y darle un peso específico a las tareas que tendrán, por ejemplo, la nueva Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones o bien, la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, por citar algunos ejemplos, para avanzar en la innovación del gobierno para facilitar trámites y servicios por la vía de medios electrónicos (entre otras cosas) y, por otro lado, depurar los mecanismos de trabajo en el gobierno para hacer que el elefante artrítico (el gobierno como un todo) sea eficiente y no haya corrupción.
Ante eso, me parece que los gobiernos locales, iniciativa privada, sociedad civil e instituciones académicas, pueden estar atentos para aportar propuestas (ideas, capital humano, formación complementaria, entre otras cosas) para que esta modificación a la administración pública tenga operativamente bases sólidas y aprendizaje a través de buenas prácticas documentadas. De lo contrario, me parece que hay un riesgo latente llamado “gatopardismo” en el gobierno: cambiar para seguir iguales.
Además, con base en esas aportaciones, se puede realizar un trabajo de readaptación al esquema gubernamental, para que haya un mejor entendimiento del gobierno y sus propósitos. Póngase Usted a pensar, por ejemplo, en todo lo que puede aportar un área de investigación de una entidad académica para la mejora de procesos gubernamentales (organización, control, revisión), manejo de determinada información a través de esquemas de big data, entre otras.
Por lo anterior, creo que al visualizar los cambios gubernamentales que pueden venir, esas otras expresiones como gobiernos locales y entidades académicas pueden echarle un ojo a tratar de entender la perspectiva de la administración, para sumarse al barco o bien, aportar para corregir el rumbo.
*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Administración Pública, UNAM
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