El director Ridley Scott aseguró que no está en sus planes un retiro, aunque ya tenga 86 años, pues no considera al cine un trabajo, sino una pasión irrenunciable.
En entrevista con The Hollywood Reporter, para promover el estreno de Gladiador II, que estrena en México el 14 de noviembre, dijo que toma inspiración de colegas como Clint Eastwood, activo a sus 94.
"(Dirigir) Es mi pasión y, por lo tanto, mi placer. Creo que en realidad me mantiene en marcha. Me he hecho daño jugando demasiado al tenis, tengo las rodillas delicadas y ahora me están poniendo inyecciones. No puedo ser el viejo que se tambalea por el set porque cuando estábamos haciendoGladiadorII había 44 grados y yo tenía que estar ahí fuera.
"Soy una de esas personas para las que tomarse unas vacaciones está fuera de cuestión. Mis descansos son para disfrutar del fin de semana", aseguró el realizador de Blade Runner.
Su carrera como cineasta inició cuando tenía 40 años y experiencia sólo en anuncios televisivos, lo que le parece contrastante con el caso de colegas como Steven Spielberg, George Lucas y Francis Ford Coppola, que rondaban los 20 al debutar.
Tan fuerte es la convicción de no detenerse que hasta bromeó con la idea de realizar una tercera entrega de Gladiador.
"Quizá prefiera meterme en Gladiador III. Ya hay una idea. Siempre he tenido esta idea basada en El Padrino II", dijo.
El director se mantiene tan activo que en 2021 presentó El Último Duelo (The Last Duel), Napoleón en 2023 y ahora la secuela de su épica romana, al mismo tiempo que produce proyectos como Alien: Romulus y la serie Blade Runner 2099.
Entre las claves para lograr ello encuentra el buen juicio para saber a qué historia apostar.
"Me he vuelto bueno eliminando toda la basura. No puedes tener 40 proyectos en desarrollo. Es una mala idea. Normalmente tengo tres o cuatro. Y creo que es por eso que tengo una gran relación con Fox. He hecho 13 películas para Fox, que puede ser el mayor trabajo que cualquier director haría para un estudio", sostuvo.
En su charla relató que tiene enmarcada la crítica de The New Yorker que destrozó a Blade Runner para recordarle que la opinión más importante no es de nadie, sino la de sí mismo.
Por ello, no le importa nunca haber ganado un Óscar; el ego lo apapacha con títulos como el de Caballero de la realeza, que ha recibido dos veces.
"Acabo de recibir el último, que es el más importante, en el que eres un Caballero del Imperio Británico. Así que tuve que ir a la Catedral de San Pablo, conocí al Príncipe Guillermo y luego al Rey Carlos. Mi recompensa es que me permitan hacer lo que hago", argumentó.