Las promesas excesivas en las campañas electorales no son nada nuevo ni inesperado, pero la cuestión ahora es que el candidato ganador pase de las promesas a un gobierno económico, para que Estados Unidos no pierda su excepcionalismo económico ni el mundo pierda su principal locomotora de crecimiento, consideró Mohamed El-Erian, presidente de Queens College, en Cambridge.
En un artículo publicado en el diario Financial Times, el directivo indicó que aunque el desempeño de la economía de Estados Unidos ha superado a otros países en desarrollo, Kamala Harris o Donald Trump necesitarán tomar medidas en cinco áreas para tener buenas posibilidades de cumplir sus promesas.
Primer reto:
El próximo Presidente deberá encontrar la forma para mantener el crecimiento, mientras reposicionan la economía para tomar ventaja de la prosperidad del mañana. Esto involucra remover los frenos de los actuales motores económicos, como manufactura y servicios, y promover futuras fuentes de crecimiento que apoyen innovaciones en inteligencia artificial, ciencias de la vida, energía verde, defensa, cuidados de salud y seguridad alimentaria.
Consideró que tanto la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de CHIPS deberían evaluarse para corregir el rumbo y cumplir con sus objetivos de reestructuración.
Segundo reto:
Hacer frente a los altos déficits presupuestarios y la deuda en rápido aumento. El déficit, de más del 6 por ciento del PIB, o la deuda gubernamental del 120 por ciento del PIB, están en un camino insostenible.
La nueva administración necesita construir mucho mayor flexibilidad operacional para las finanzas públicas que carecen de suficiente resiliencia y agilidad. Esto requiere reformas al sistema fiscal, incluyendo remoción de exenciones que distorsionan y sesgos anti-crecimiento; racionalizar el gasto y liberar más recursos para la inversión y reservas precautorias.
Tercer reto:
Ambos candidatos necesitan resistir al uso excesivo de herramientas económicas que les favorecen. Para Harris, significa evitar la sobrerregulación. Para Trump, significa contener el uso de aranceles y recorte de impuestos.
Cuarto reto:
La nueva administración necesita restaurar el liderazgo americano en el centro de la economía global y el orden financiero. Esto no es sobre una ideología globalista, es sobre contrarrestar la fragmentación que impacta al crecimiento y la seguridad nacional.
Quinto reto:
Lograr una comunicación adecuada. La administración Biden-Harris aprendió la lección de dura manera cuando siguió el liderazgo de la Fed en 2021 que erróneamente calificó la inflación como "transitoria", solo para verla subir a más del 9 por ciento.
Trump lo manejó mejor después de su victoria de 2016, cuando su tono conciliador sobre la economía convirtió las pérdidas del mercado de valores en ganancias y estableció una narrativa económica que le ha servido bien desde entonces.