Entre la devastación, los restos de objetos, coches y materiales de naves industriales por la calle, fango a cantidades y sirenas constantes en Picanya, Valencia y alrededores; un fuego de barbacoa, una ensalada con especias o un pollo al estilo sirio para quien lo necesite.
Un hotel de Picanya en Valencia que acoge a migrantes de distintos orígenes, entre ellos Afganistán, Siria, Georgia o Venezuela (cerca de unos 200, tal como ellos mismos contabilizan) ha quedado inundado en su planta baja y las personas que allí están durmiendo, sin agua y sin luz, han hablado con el dueño para poder utilizar la comida que había en la despensa del gran comedor de las intalaciones y cocinar para todos y para quien lo necesite.
Esta mañana de jueves un equipo achicaba el agua de la planta baja, retiraba fango de las puertas y liberaba las entradas de montones de residuos que habían acabado allí tras el temporal que arrasó con todo. Mientras trabajaban, un niño pequeño en bicicleta le preguntaba a un adolescente que retiraba basura con un rastrillo: "¿Cómo estás?, ¿Estás bien?".
Un poco más hacia delante, varias mujeres preparan una ensalada multitudinaria. Una es afgana y la otra es siria. La hija de la última va de vez en cuando a requerir la atención de su madre. Ellas sonríen y comentan con este diario que están contentas porque, pese a todo, están vivas. "Nos fuimos de Afganistán porque vinieron los talibanes y al llegar aquí casi no lo contamos por una tromba de agua", explicaba una de ellas. Su hija traduce todo a esta periodista.