La palabra es el cincel con el que damos forma a la realidad tangible. Mediante nuestro discurso, que es esa emanación energética de los pensamientos propios o tomados de los otros, creamos nuestro Destino. Si bendecimos, podemos incluso sanar a otras personas con ese amor sincero convertido en Sabiduría, que le recuerda al que sufre, que es luz. Sin embargo, si utilizamos la palabra desde una caída de conciencia, podemos influir trágicamente en la vida de alguien. ¿Has estado inmiscuido(a) en chismes, habladurías, críticas destructivas, campañas de difamación, calumnias y burlas hacia otros? Es posible que sea adictivo y que esa energía sea una de las únicas formas que tenemos de relacionarnos con los demás. Pero ¿Por qué no hablar de temas, proyectos o reflexiones constructivas? Ser partícipe de chismes, es posible que nos de identidad en un grupo en el que exista la creencia de superioridad o inferioridad. Y es que la complicidad nos entreteje en una hermandad, pues, si tenemos cosas en común con un grupo, podemos sentirnos pertenecientes e incluidos. Pero a veces, podemos traicionar valores elevados que hemos trabajado nosotros o tomado de nuestras familias o sociedad, con tal de encajar. Entonces, si una persona no le cae bien al o la líder, entonces retiramos nuestra energía de esa persona y ni siquiera nos preguntamos si estamos seguros de que lo que se dice de Él o Ella sea verdad. Imaginemos por ahora a cuantas personas valiosas le hemos retirado nuestra palabra o inclusión por decisión de alguien más a quien no le convenía que Él o La calumniada en turno estuviera entre nosotros por intereses egoístas. Las palabras pueden ser balas o caricias. ¿Destruyes o construyes al enunciar tu verdad? A veces no nos cuestionamos si nuestras creencias son dogmáticas, impuestas o arcaicas y si los demás no entran en esos moldes mentales, les enjuiciamos y descalificamos de inmediato, sin conocerles. ¿Te has puesto a pensar, si tal vez, has quitado oportunidades de trabajo, de vivir el amor, de realización, de felicidad, por repetir un rumor sinsentido? En ocasiones lo hacemos por amor, porque queremos proteger a nuestros amados, pero la mala lengua es una costumbre arraigada y repetitiva, sin embargo, la buena lengua requiere de un esfuerzo interno de transformación de la propia mente, hacia nuevos horizontes de comprensión y conciencia. Cuántas veces opinamos sobre el cuerpo de una persona, su apariencia, sus asuntos, sin pasar por el filtro del corazón. La imprudencia es un huracán que devasta hasta a las Almas más sosegadas. Cabe mencionar que lo ideal sería que la palabra pasara por el discernimiento, la sabiduría mental y también el corazón, la empatía, el amor. ¿Cómo te hablas a ti mismo(a)? Porque si tu dialogo interno es enunciado por la mala lengua, entonces será prácticamente imposible que bendigas, lo más seguro es que infringirás dolor mediante tu palabra a quien te importa. ¿Has defendido a alguien a sus espaldas? Supongo que has sentido en la piel la dulce sensación de la integridad si lo experimentaste. Analizar una situación, una conducta o un suceso no tiene que ver con juzgar. En muchas ocasiones es sumamente necesario conversar sobre nuestras emociones y las heridas que nos deja la convivencia, pero sin condenar, sería una forma muy conveniente de soltar las amarras, que nos dejan atados al sabor rancio de la cizaña. ¿Has escrito algún poema? ¿Mensajes de amor? ¿Canciones que parece que vienen de otro mundo? ¿Te has psicoanalizado? ¿Te has escuchado? ¿Cómo es tu discurso? ¿Bendice o maldice? Y con esto no me refiero de ninguna manera a reprimir el enojo o a no denunciar la injusticia, sino que a invitar a la Sabiduría a que habite nuestras voces y la lengua entonces sea el timón hacia la paz, la reconciliación, el diálogo y el perdón. Hay un abuso que no se puede ver en moretones o cortadas en la piel, pero que deja huellas espantosas en el Alma; el emocional, el psicológico. ¿Cuántos decires, apodos, frases limitantes, creencias opresoras, insultos y malevolencias guardamos en nuestro profundo inconsciente? Las malas lenguas pueden sanar con la Conciencia de sí mismos. ¿Lo que estoy diciendo es verdad? ¿Estoy absolutamente seguro(a)? ¿Esto lo pienso yo o lo estoy repitiendo? ¿Haré algún mal a alguien si emito esta opinión? ¿Me están pidiendo que hable o estoy entrometiéndome? Son preguntas básicas y valiosas para salir de un ambiente que enferma a otro que construye y bendice. La lengua como un cincel que construye nuevos Universos, más amorosos, más maduros, más sabios y más constructivos. Te doy las gracias por cada palabra de aliento, cada cariño, cada consejo, cada consuelo, cada protección que ha salido de tus labios, porque esa energía que bendice es lo que nos lleva a todos a un mejor lugar, a un espacio de mansedumbre, es decir, una alegría mansa, un mundo más bello, más luminoso, más digno.
Gracias por caminar juntos
Tu terapeuta
Claudia Guadalupe Martínez Jasso