A poco más de un mes de que abriera sus puertas a los visitantes nacionales y extranjeros de Tulum, en Quintana Roo, el Parque del Jaguar continúa celebrando la herencia biocultural del área maya, ahora por medio de un libro digital, el cual suma la participación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dependencia de la Secretaría de Cultura federal, para dar cuenta de los aspectos de investigación arqueológica y protección del patrimonio que acompañaron el desarrollo de dicho proyecto prioritario.
Parque del Jaguar. Un legado para la conservación ambiental y cultural es una novedad editorial de consulta y de descarga gratuita, editada por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), que incluye un texto escrito por el director general del INAH, Diego Prieto Hernández.
Bajo el título de “La perla maya del mar Caribe”, dicho capítulo inicia con una evocación de la impresión que la urbe de Zamá -cuyos vestigios ahora son conocidos como la Zona Arqueológica de Tulum- debió causar a los primeros conquistadores españoles que, como el piloto mayor Juan Díaz ‘el Capellán’, la avistaron al explorar la península de Yucatán, en 1518, bajo las órdenes de Juan de Grijalva.
Si bien, explica el antropólogo, el asentamiento tuvo sus más remotos antecedentes en el año 564 de nuestra era, su apogeo, guiado por la destreza de sus habitantes para pescar y comerciar a lo largo de la franja costera, ocurrió en el periodo Posclásico mesoamericano, entre los siglos XIII y XV.
En el sitio, el cual hoy en día se posiciona como el tercero más visitado en México, detrás de Chichén Itzá y Teotihuacan, se han desarrollado exploraciones sistemáticas desde hace casi un siglo, a cargo de arqueólogos como Miguel Ángel Fernández, Antonio Benavides, Ernesto Vargas, Mario Córdova, Enrique Terrones y Luis Leira; no obstante, el Tren Maya dio un impulso a su investigación.
Como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), entre marzo de 2023 y abril de 2024, el INAH llevó a cabo labores intensivas durante las cuales se registraron hallazgos significativos, por ejemplo, el de una cueva ubicada entre los templos de las Columnas y del Halach Uinic, que resguardaba los enterramientos de, al menos, ocho individuos, en su mayoría adultos.
El equipo de especialistas, liderado por el arqueólogo del Centro INAH Quintana Roo, José Antonio Reyes Solís, descubrió otros contextos de interés, como un chultún, de 2.39 metros de profundidad, explorado al interior del Templo del Halach Uinic.
“La particularidad de este elemento es que, a diferencia de otros localizados en años previos dentro de la zona arqueológica, no parece haberse usado para la captación de agua de lluvia. Tal conclusión se desprende no solo por su localización al interior del edificio, donde no hay precipitación pluvial directa”, sino también por su carácter ritual, manifiesto en el depósito de las osamentas de tres infantes y de materiales, como astas de venado, dientes de tiburón y huesos de animales marinos.
Además del componente arqueológico, el texto se detiene en los esfuerzos de conservación que acompañaron al Promeza, a cargo de restauradoras de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, como Patricia Meehan Hermanson, quienes atendieron las afectaciones de la pintura mural, los relieves estucados y los aplanados de los edificios más emblemáticos de Tulum.
El titular del INAH cierra su análisis encomiando la vinculación entre el INAH, la Sedatu y otras dependencias federales, estatales y municipales, a fin de convertir al Parque del Jaguar en un polo de desarrollo y de reordenamiento, cuya visita está llamada a incrementarse gracias a la operación del Tren Maya y del Aeropuerto Internacional de Tulum “Felipe Carrillo Puerto”.
“Frente al continuo aumento del flujo de visitantes, notable en fechas específicas, como el equinoccio de primavera de este 2024, atestiguado en Tulum por 9,371 turistas, el Promeza ha priorizado la apertura de nuevas estructuras y áreas para la visita pública. Ello con el fin de despresurizar la carga de visitantes y contribuir no solo a mejorar la experiencia de los turistas, al evitar las aglomeraciones, sino también a la conservación de los propios monumentos arqueológicos”, finaliza Prieto Hernández.
El Parque del Jaguar, eje de la publicación, es un espacio ecológico-recreativo de 2,913 hectáreas, donde, además de accesos a la playa quintanarroense, se pueden encontrar, ciclovías, senderos peatonales, espacios para el senderismo y miradores, así como sitios culturales, como el Museo de la Costa Oriental, inaugurado recientemente.
Con 1,200 metros cuadrados de superficie museable, este recinto es el más grande de los museos construidos en torno al sistema del Tren Maya; exhibe más de 300 piezas originales y 50 reproducciones, 25 de estas al interior de sus salas y el resto en exteriores.
Aborda la historia del Caribe mexicano, desde el Pleistoceno Tardío (40,000 a 10,000 años antes de nuestra era), hasta la presencia de los mayas, de quienes muestra su pasado arqueológico, el encuentro con las culturas europeas, sus resistencias y su actualidad.