Jorge Chessal Palau | 16/10/2024 | 10:06
EN LAS CIUDADES MODERNAS, EL bullicio parece ser parte del paisaje cotidiano. Las sirenas, el tráfico, la construcción y la actividad humana crean un ambiente sonoro que difícilmente se puede evitar.
PARA MUCHOS, ESTOS SONIDOS representan el ritmo vibrante de la vida urbana, pero ¿hasta qué punto este ruido constante afecta nuestra salud?
A LO QUE MUCHOS CONSIDERAN parte natural de lo urbano, los expertos lo ven como una amenaza silenciosa para el bienestar físico y mental de los habitantes de las ciudades.
EL RUIDO URBANO SE HA convertido en una forma de contaminación no menos preocupante que la que afecta el aire o el agua. Estudios recientes muestran que la exposición prolongada a niveles elevados de ruido tiene efectos adversos en la salud.
LAS CIUDADES, QUE A MENUDO se enorgullecen de su dinamismo, son responsables de entornos ruidosos que desencadenan problemas como el insomnio, el estrés crónico e incluso enfermedades cardiovasculares.
VIVIR EN UN ENTORNO SONORO NO controlado puede provocar un aumento en los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que a su vez tiene un impacto directo en el corazón.
ADEMÁS DE LOS PROBLEMAS físicos, el ruido en las ciudades tiene una fuerte relación con la salud mental. La exposición constante a sonidos molestos puede afectar la concentración, el rendimiento laboral y la calidad de vida en general. Un entorno ruidoso, especialmente durante la noche, interfiere con el descanso adecuado, lo que puede derivar en ansiedad, irritabilidad y otros trastornos psicológicos.
LAS INVESTIGACIONES TAMBIÉN sugieren que los niños que crecen en entornos ruidosos tienen más probabilidades de sufrir dificultades cognitivas, como problemas de atención y aprendizaje.
UNO DE LOS ASPECTOS MÁS preocupantes es que el ruido en las ciudades es un problema al que no se le presta la atención que merece.
A MENUDO ES SUBESTIMADO, EN parte porque sus efectos no son tan visibles o inmediatos como los de otras formas de contaminación. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido que la contaminación acústica es uno de los mayores riesgos para la salud pública en áreas urbanas.
¿QUÉ SE PUEDE HACER FRENTE A este enemigo paradójicamente silencioso? Las soluciones pasan, en gran medida, por un diseño urbano consciente que incluya zonas tranquilas, la creación de barreras naturales, como parques y áreas verdes, que absorban el ruido, y la implementación de políticas que regulen el tráfico y la construcción, principales fuentes de contaminación sonora.
CIUDADES COMO PARÍS O Copenhague, entre muchas otras, han comenzado a tomar medidas como la reducción de la velocidad de los vehículos en zonas residenciales y la creación de áreas libres de coches, demostrando que el problema es gestionable.
EL BIENESTAR SONORO DEBE SER visto como un derecho, y no como un lujo. La vida urbana no tiene por qué ser sinónimo de ruido constante, no debe ser estruendosa.
Nunca mejor dicho que el silencio es oro.
@jchessal