Mediante la consulta de documentos históricos y diplomáticos, el historiador Diego Pulido Esteva ha investigado sobre la falsificación de billetes entre 1930 y 1950
Para reflexionar sobre la época dorada de los falsificadores de dinero, desde una mirada historiográfica, el investigador de El Colegio de México (Colmex), Diego Pulido Esteva impartió la ponencia El arte de falsificar dinero. Talleres, técnicas y materialidades 1930-1950, en el Seminario de la Mirada Documental.
El evento académico, desarrollado por la Secretaría de Cultura federal, por medio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de su Dirección de Estudios Históricos (DEH), y el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora (IIJMLM), fue coordinado por la investigadora de la DEH, Rebeca Monroy Nasr, y por el investigador del IIJMLM, Alberto del Castillo.
Pulido Esteva refirió que su indagación forma parte de un libro que realiza sobre falsificadores de dinero, en el cual explica que esta actividad “es un delito complejo en el que intervienen muchas personas, las cuales operan por medio de redes locales, regionales y transfronterizas”.
De manera simplificada, anotó, dichas redes incluyen patrocinadores, para conseguir los insumos necesarios; artistas, encargados de realizar la copia y diseño de las falsificaciones; y distribuidores, quienes organizan el flujo de movimiento del producto.
Se trata de una actividad riesgosa y difícil que es penalizada en el mundo, la cual dio origen a la transformación del billete y la implementación de tecnología para protegerlo, como las bandas de seguridad, el uso de tintas especiales, sellos y números de serie, explicó el investigador.
La falsificación, añadió, propició la cooperación internacional entre autoridades para combatir este delito, el cual registró un aumento durante la Gran Depresión o Crisis de 1929 y después de la Segunda Guerra Mundial.
El historiador recordó que, entre 1942 y 1957, en México se registró un aumento en la falsificación de dinero, sobre todo en Puerto Vallarta, Jalisco, y en Tampico, Tamaulipas, cuyos billetes falsos con mayor índice fueron los de 10 y 20 pesos.
Asimismo, destacó a dos personajes de la escena delictiva: Enrico Sampietro Delmont y Luis Eduardo de Schelly Hernández, quienes establecieron redes internacionales de falsificación de dólares, pesos mexicanos y otros documentos; fueron apresados en México y en otras partes del mundo.
Por iniciativa del entonces director del Banco de México (Banxico), Eduardo Villaseñor Ángeles, se invitó a colaborar a Alfonso Frías Hernández, apodado “El Bronce”, un exconvicto que ayudó a desarticular organizaciones criminales vinculadas a la falsificación de dinero y que más tarde llegaría a ocupar el cargo de jefe de la Oficina de Investigaciones de dicha institución.
El delito de falsificación tiene muchas víctimas, aseveró el ponente, es por ello que el Banxico impulsó el perfeccionamiento de técnicas de producción de billetes, lo cual contribuyó a su consolidación como productor y emisor de este objeto, cuya primera emisión, impresa por esta institución, se realizó en 1969.
Al referirse a la metodología utilizada para realizar su investigación, Pulido Esteva expuso que se basó en una amplia variedad de documentos históricos y diplomáticos, archivos, mapas, libros, informes policiales, memorias y material hemerográfico, con los cuales obtuvo un panorama general del periodo estudiado.
Entre la documentación consultada, destacó los informes policiales sobre los decomisos realizados en los talleres de falsificación, los cuales muestran el material y la maquinaria utilizada para cometer el delito en cuestión.
El investigador del Colmex finalizó que estas reflexiones son parte de una investigación sobre grupos organizados de falsificadores, la cual contribuirá a nutrir el conocimiento sobre la historia del uso social del billete, el contexto en el que surge esta actividad ilícita, así como la transformación institucional para combatir los crímenes financieros.