Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 06/10/2024 | 02:20
No fuimos hechos para la soledad. Porque ésta, es ausencia de alguien; de un ser, que debería estar con nosotros .
Dios no quiere que el hombre esté solo, por eso, dijo en el Génesis: “No es bueno que el hombre esté solo”.
Fue entonces, que dio la vida a Eva, a un ser, de la misma naturaleza de Adán, para que fuera su complemento.
Pero, por culpa del enemigo, nos hemos quedado ciegos; y ya no vemos en el otro al complemento, tan solo un obstáculo.
Desde ahí, surge la tendencia de querer dominar, para tener el control del otro, y acabar en la incomprensión.
Adán, en el paraíso, vivia rodeado de la naturaleza, a la que dominaba y ponía nombre; pero aun así, él se encontraba solo.
Si el hombre domina, tendrá el control, pero estará desprotegido, y carente de comprensión.
Y si falta la comprensión, también está faltando el amor. Y cuando no hay amor, solo queda la soledad.
Al pensar que no necesitamos del otro, vamos fracturando vínculos, hasta llegar a la ruptura.
Por eso, cuando le preguntan a Jesús, si está permitido el divorcio, el Señor responde: “ Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes”. (Mc.10).
Si la razón y el orgullo, son más fuertes que el amor, entonces el corazón se endurece, y nos volvemos insensibles.
Y a partir de ahí, solo quedan dos: que físicamente están juntos, pero espiritualmente distantes; porque el otro, ya no está en tu vida.
Hay que volver a vivir en el amor, para recuperar la unidad.
Porque el amor todo lo une, mientras que el odio, provoca división.
Ya lo dijo el Señor: “De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mc.10).
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.