Claudia Guadalupe Martínez Jasso | 05/10/2024 | 13:13
La única forma de lograr, que crezca un amor profundo y genuino hacia alguien más, es conociéndolo de forma íntima, sin máscaras, con sinceridad, en los peores y mejores momentos. Amar a alguien de forma incondicional, es decir, de manera Álmica, es pasando tiempo de calidad con esa persona, abrazando sus partes vulnerables y disfrutando sus matices alegres y divertidos. No es verdad que amamos, si solamente aceptamos al otro si se comporta como deseamos o cumple con nuestras normas rígidas, acerca de cómo debería de ser para obtener de nosotros una aceptación. Sabemos que la conversación y el compartir de sentimientos, emociones y anécdotas de nuestras vidas, con otra persona hace crecer la amistad, el amor fraterno, el amor de pareja o el fuerte lazo que se crea al ser pertenecientes en de una comunidad o grupo.
Pero ¿A caso es que tú te conoces a ti mismo(a)? ¿Sabes a que suena y que discurso tiene tu diálogo interno? ¿Temes estar a solas contigo? ¿Te disfrutas? ¿Te cuidas, te proteges, te mimas, te amas? Conócete a ti mismo(a) y entonces conocerás al Universo. Tal vez si no has tenido o no te has dado la oportunidad de contemplar en silencio, de meditar, de escuchar los mensajes del cielo, de tu Espíritu, ni siquiera conozcas tus Dones, ni tu Sabiduría. ¿Necesitas o dependes del ruido del mundo y prefieres estar distraído(a) antes que sentarte a sentir? ¿Sabes si tienes algún enojo, rencor o resentimiento contigo mismo(a)?
Tal vez no te has perdonado. Pero el perdón llega siempre con la comprensión. La empatía a su vez, llega después de haber realizado una introspección, de haber sentido a fondo un amor genuino por alguien que sufre. ¿A caso tienes empatía por ti mismo(a)? ¿Te defiendes? ¿Te proteges? En una obra de dramaturgia llamada “Los Reyes” de Julio Cortázar, Teseo, aquel enviado por el Rey a matar al Minotauro, que en esta obra era en realidad un poeta de noble corazón, le dijo:
“No sé nada de ti, eso da fuerza a mi mano” Una mano en dónde empuñaba el arma mortal. Esto nos da cuenta de que cuando conocemos las historias de los demás, su dolor, sus experiencias, sus desavenencias, entonces podemos ser mucho más compasivos. Imagínate si la dulzura de la empatía se da con alguien ajeno a ti y por ende se sanan heridas profundas, entonces, como sería sentirla contigo mismo(a). ¿Cómo vas a ser amoroso(a), cuidadoso(a) contigo, si no te conoces? Si no te aprecias, gozas de buen tiempo de calidad contigo, si no meditas, no te escuchas, ni cubres tus necesidades, la relación con el prójimo más cercano que eres tú mismo, no funcionará.
Y si no funciona la relación más importante de todas, el amor contigo, ¿Cómo funcionarán las relaciones con los demás? Oye, ¿Y si narras tu historia como un(a) protagonista heroico(a)? ¡Cuántas cosas has vivido, logrado, superado y aún estás aquí!
¿No crees que mereces un gran reconocimiento? Si no te permites EL SILENCIO, ¿Cómo escucharás la ayuda del cielo? ¿Hace cuánto que no juegas? Esta vida no se trata de ser un robot, porque la belleza Divina está en lo orgánico. ¿Hace cuánto que no disfrutas de tu cuerpo bailando, tocando la tierra, riéndote a carcajadas? ¿Hace cuánto que no contemplas un río, el mar, la montaña, el lago o el desierto? ¿Hace cuánto que no estás habitando tu cuerpo, que no estás aquí y ahora? ¿Cómo vas a proteger a alguien que no conoces, con quien no compartes tu tiempo, tu amor, tus cuidados? ¿Cómo te hablas a ti mismo(a)? ¿Has realizado el ejercicio de consolarte, de darte apoyo?
Bien, pues ¿Cómo comenzar un idilio de amor perfecto con aquel o aquella que miras a diario al espejo? Puedes hacerte cartas, psicoanalizarte, entrar en el mundo del arte, meditar diariamente, ir a comer, al cine, viajar o realizar actividades en solitud. Pero sobre todo permitirte estar en completo silencio, si logras entrar en ese Universo, los regalos que obtendrás serán saltos cuánticos de Conciencia y una sensación de bienestar al descubrir que tú eres algo mucho más valioso, grande, infinito y perfecto(a) de lo que te imaginas. Cuando tienes tiempo contigo y juegas, caminas, te observas o meditas, conoces la luz en ti y entonces, estás tan lleno(a) de amor que lo único que deseas es compartir tu esencia única. ¿Cuándo fue la última vez que te abrazaste? Por favor, no permitas que nadie más te vuelva a separar de ti mismo(a). Cuando al cerrar los ojos te sientas en tu hogar, lo has logrado, has vuelto a casa. Todos los fragmentos de ti se han vuelto a unir para existir en luz. Cuando logres amarte, nos estarás amando a todos. Te deseo paz.
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta
Claudia Guadalupe Martínez Jasso
SanArte4