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INP cuenta con las más avanzadas herramientas para tumores cerebrales

Secretaría de salud | 01/10/2024 | 11:58

Los tumores cerebrales y del sistema nervioso central en conjunto representan la tercera causa de cáncer en la infancia, después de leucemias y los linfomas, dijo el jefe del Departamento de Trasplante de Médula del Instituto Nacional de Pediatría (INP) de la Secretaría de Salud, Alberto Olaya Vargas.
 
Con motivo de: Septiembre, Mes de Concientización del Cáncer Infantil, el especialista informó que se estima que la incidencia de estos padecimientos es de 14 casos por cada millón de menores de 18 años.
 
Hizo un llamado a madres, padres y personas cuidadoras a estar alerta ante signos y síntomas como dolor de cabeza persistente, alteración del equilibrio, dificultades para caminar, náuseas o vómitos e irritabilidad.
 
El cáncer en población infantil podría ser curable hasta en 90 por ciento de los casos, siempre y cuando se diagnostique de forma temprana y se trate adecuadamente, resaltó.
 
En la mayoría de los casos, las referencias de cáncer infantil se enfocan en leucemias; en menor medida, en los tumores del sistema nervioso central; esto ocasiona que el diagnóstico de muchos pacientes se realice de manera tardía, lo que repercute en un pronóstico no favorable.
 
Indicó que, ante la sospecha de esta enfermedad, partiendo de los síntomas, la única forma de comprobar una tumoración de este tipo es a través de estudios de imagen, debido a que se desarrollan en una cavidad muy protegida: el cráneo.
 
Por lo anterior, es necesaria una tomografía computarizada y, para mayor detalle, una resonancia magnética nuclear, para identificación y localización precisa de la tumoración.
 
Adicionalmente, hay tumoraciones suprasensoriales, es decir, que se ubican en la parte alta de los lóbulos del cerebro, y las infrasensoriales, que afectan lugares donde se controlan funciones sensibles y vitales como la respiración, el estado de alerta o la deglución, explicó.
 
Cuando los tumores del sistema nervioso central están localizados en un sitio donde afectan estructuras importantes del cerebro, el pronóstico de recuperación del paciente es menos favorable.
 
A partir de la biología y la histología del tumor, los tratamientos deben enfocarse en tres principales acciones: control local de la enfermedad a través de cirugía; aplicación de radioterapia, y empleo de quimioterapia.
 
Detalló que otra alternativa de reciente incorporación es el uso de terapias blanco, que consisten en la identificación de marcadores específicos de la biología del tumor y la posibilidad de actuar en contra de ellos.
 
Alberto Olaya Vargas añadió que hay un grupo de tumores del sistema nervioso central que incluye a miomas de alto grado y meduloblastomas, que cuando son metastásicos o implican una enfermedad en estado avanzado, existe la posibilidad de realizar un trasplante de médula ósea con resultados efectivos.
 
Subrayó que el INP es un centro de vanguardia en oncología pediátrica que cuenta con todas las herramientas para hacer el diagnóstico; a través del Servicio de Neurocirugía brinda tratamiento adecuado y gratuito a pacientes con tumores del sistema nervioso central.
 
Mencionó que, además del personal especializado, el INP cuenta con las terapias de soporte que requieren estos pacientes, las cuales van más allá de las áreas quirúrgica, oncológica o radiológica, y que incorporan servicios como terapia intensiva, endocrinología, neurología, nutrición y psicología.
 
Precisó que para fortalecer esta atención integral, y al ser parte de los institutos nacionales de salud, el INP trabaja en estrecha colaboración con los demás centros de atención en salud de tercer nivel, particularmente con el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) y con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Dr. Manuel Velasco Suárez” (INNNMVS).
 
Destacó la importancia de aprovechar toda oportunidad para concientizar a la población sobre estos padecimientos que podrían parecer poco comunes, pero no lo son, ya que el cáncer en la infancia representa la segunda causa de muerte en niñas y niños mexicanos de entre cuatro y 15 años, sólo superada por los accidentes.